El ataque de Hamas a Israel se presenta como el derecho del Estado judío a defenderse. La violencia de Israel es, y será siempre, la respuesta a una agresión del grupo terrorista que manda en Gaza, afirman numerosos jefes de Estado. Los sionistas sacaron buenos réditos del holocausto y hoy gozan de una permisibilidad que no se ha tolerado en otros momentos, ni en la actualidad. Vaya por delante que una cosa es declararse anti sionista, como es mi caso, y otra antisemita. Después de cometidas las atrocidades nazis contra los judíos, en Alemania el judaísmo reformista rechazaba el nacionalismo judío. En Estados Unidos, la mayoría de los judíos no apoyaba el sionismo. Desde sus inicios, el hoy casi estado teocrático de Israel dispone de una superficie de 20.770 km2. Poca tierra para mucha necesidad de amplitud.
El sionismo es un movimiento internacional que comenzó a finales del siglo XIX, con el objeto de crear un Estado judío en algún lugar del mundo. No obstante, la mayoría de los judíos prefería la asimilación en los lugares donde habitaba. Desde el momento en que los primeros sionistas en EEUU y en otros países presionaron para crear un Estado judío, los judíos sionistas que vivían en Palestina intentaron expulsar a los musulmanes y a los cristianos, y sustituirlos por inmigrantes judíos. La tarea era difícil, dado que cristianos y musulmanes representaban el 95% de la población de Palestina.
Los sionistas crearon varios grupos terroristas para luchar contra los palestinos y los británicos que tenían a Palestina como protectorado desde el final de la Primera guerra Mundial. El terrorista y futuro primer ministro israelí, Begín, se jactaría más tarde de que los sionistas habían llevado a cabo el terrorismo en Oriente Medio. La resolución de la Asamblea general de Naciones Unidas entregó un desproporcionado 55% de Palestina al nuevo Estado de Israel. En un debate interno de 1938, Ben-Gurion afirmaba: «Cuando tengamos una posición fuerte, aboliremos la partición y ocuparemos la totalidad de Palestina». De esto se desprende que los objetivos judíos eran otros que la creación de una nación para un pueblo perseguido. Hoy Israel se sustenta mediante la agresión disfrazada de defensa.
La presencia de EEUU en esta agresión viene de los tiempos del presidente Truman, que estaba convencido de que los votos y las contribuciones de los judíos eran esenciales para ganar las elecciones presidenciales de 1948. Truman decía en sus memorias: «Creo que nunca soporté tantas presión ni tanta propaganda dirigida a la Casa Blanca como en este caso». Por aquel entonces había cerca de un millón de sionistas pagando cuotas en EEUU.
Gore Vidal relata que Truman se vio abandonado por todo el mundo al presentarse a la presidencia. Entonces, un sionista estadounidense le entregó un maletín con dos millones de dólares en metálico en su tren de campaña electoral. «Por eso se precipitó tanto nuestro reconocimiento de Israel», concluye Vidal.
Sigamos andando hacia atrás para ir hacia adelante y entender algo más el presente. La resolución 181 de la asamblea general de las Naciones Unidas, el 29 de noviembre de 1947, decidió la partición de Palestina y la creación del Estado de Israel. Las resoluciones de la asamblea General, a diferencia de las del Consejo de seguridad, no son vinculantes para los países miembros. Por esta razón, la resolución solicitaba que el «el Consejo de Seguridad tomara las medidas necesarias previstas en el plan para su aplicación», cosa que el Consejo de Seguridad nunca hizo. Legalmente la resolución era una recomendación y no creaba estados. la aprobación de facto de la partición desencadenó la violencia pronosticada por numerosos asesores de la Casa Blanca y del Pentágono. Hubo al menos 33 matanzas en pueblos palestinos, la mitad de ellos antes de que un solo país árabe se sumara al conflicto armado. Cerca de 750.000 palestinos hombres, mujeres y niños fueron expulsados sin piedad. Illan Pappé, en La limpieza étnica de Palestina sitúa la violencia entre palestinos y sionistas mucho antes, en la década de 1920, con matanzas ocasionales de civiles por parte de ambos bandos. Son dos los personajes que llegaron a ser primeros ministros de Israel: Begin (1977) era la cabeza de la organización terrorista Irgun; Shamir (1983) fue uno de sus principales líderes.
Begin reivindicó otros actos terroristas, como la explosión en el hotel King David de Jerusalén que mató a noventa y una personas. Shamir aprobó el asesinato anterior a la creación del Estado de Israel del mediador de Naciones Unidas, Bernadotte, un conde sueco que había ayudado a rescatar a miles de judíos del horror nazi. También ordenó el asesinato de un alto funcionario británico, Lord Moyne. Ya no es exagerado afirmar que ambos son los padres del terrorismo en Oriente Medio. Y entonces apareció el «constructio», la creación de una ideología que combinara una visión del judaísmo religioso con el sionismo político para fundar un sionismo político radical que ha perdurado hasta hoy.
Este fue el mayor logro del rabino Abraham Yitzhak. La Cábala dice que los no judíos son la encarnación de Satanás, y que el mundo se creó únicamente para los judíos. El rabino dijo: «la diferencia entre el alma de un judío y las almas de los no judíos (…) es más grande y más profunda que la diferencia en el alma de un ser humano y las almas del ganado». Ahora, el ministro de Defensa de Israel, Yoav Galant, amenaza con golpear a los habitantes de Gaza «como a animales».
Lo cierto es que los sionistas necesitaban aumentar la población de Israel. La primera encuesta realizada entre los judíos supervivientes del holocausto rebeló que el 65% quería volver a su casa. El 20% quería instalarse en EEUU y el 15%, en Palestina. Con estos datos había que obligar a su gente a ir a Palestina. Los sionistas que trabajaban en los campos de refugiados, para obligarles, les confiscaban las raciones de alimentos. les despedían de sus puestos de trabajo, les expulsaban de los campamentos, les retiraban la protección legal, a los huérfanos les llevaron a orfanatos especiales «donde les cuidarían, recibirían educación sionista y prepararían para emigrar a Palestina». Así se creó el Estado judío sionista. teocrático y basado en la exclusión étnica.
«Israel: entonces como ahora» es un modesto intento de redescubrir un pasado que estalla en violaciones repetidas. Porque cada situación es una consecuencia causada por su estado anterior. Hoy, una vez más, el caso es de catón. La sociedad civil israelí que se manifiesta contra la reforma judicial que pretende el gobierno , volverá a estar unida contra los palestinos.
La limpieza étnica de palestina. Illan Pappé. Booket, 2014. 432 páginas. 10,95 euros.
La historia oculta de la creación del Estado de Israel. Alison Weir. Capitán Swing, 2021. 176 páginas. 17 euros.