La sala número 13 de los juzgados de Bilbao va a estar llena de tristezas el miércoles 24 de enero a las 9.30 horas de la mañana. De inquinas.Y en el banquillo de los testigos no estará un joven muerto a causa de un disparo policial. En el banquillo de los demandados se sentarán la abogada de la familia del joven muerto y representantes de dos medios de comunicación. Pudiera ser una noticia vuelta del revés. Pero en Euskadi esta es una costumbre paradógica. El acusador es un suboficial de la policía autómica vasca que ordenó «entrar con todo» en una herriko taberna donde cientos de jóvenes festejaban un partido de futbol. Como resultado del lanzamiento de balas de goma, el joven bilbaíno Iñigo Cabacas cayó muerto. La Ertzaintza y el consejero de interior del gobierno vasco arguyeron en las primeras horas que había distubios en la zona aledaña a la taberna. Pero días después, los medios de comunicación naiz.info y Gara publicaron la comunicación aquel 5 de abril de 2012.
por radioentre los ertzainas que estaban estacionados en torno a la taberna y el suboficial al mando, llamado en la jerga ugarteko. Pese a que los agentes insisten en la ausencia de pelea o alteración alguna del orden, el ugarteko ordena «entrar con todo» en la herriko taberna.
La publicación de la grabación, incluída en el sumario, echó por tierra las diferentes versiones oficiales. La orden de «entrar con todo en la herriko taberna», habiendo ausencia de toda alteración, tomó entonces un sentido «diferente». Las herriko tabernas son los bares frecuentados por simpatizantes de la izquierda abertzale vasca. Y era este aspecto el que parecía justificar la orden del mando, mientras sus subalternos le insistían en la ausencia de alteraciones en los alrededores.
En la causa judicial abierta por la juez quedaron imputados seis ertzainas, solo los que reconocieron disparar aquella noche, y el ugarteko quedó exonerado de responsabilidad alguna. Fue este el que puso una demanda contra los medios que publicaron la grabación y contra la abogada de la familia Cabacas. De pedir inicialmente 770.000 euros por «daños a su imagen», el ugarteko reclama ahora una sustancial rebaja: 220.000. Puede que la imagen de la policía vasca haya bajado; sin duda la de la justicia también tras seis lánguidos años de la muerte de Iñigo Cabacas.Y resulta paradógico, como titulaba ayer el diario Gara, que el primer juicio por la muerte del joven Cabacas no vaya a ser para dilucidar a sus responsables, sino a los periodistas que publicaron las comunicaciones de la policía minutos antes de su muerte.
Puede que la imagen de los medios de comunicación vascos no coticen tan a la baja como la rebaja que pide el ugarteko a su «imagen». Pero en la sala número 13 de la Audiencia de Bilbao, el miércoles 24 de enero se dirime el valor de la prensa y el derecho de la sociedad vasca a saber. Esto en un país, como el vasco, en el que se han cerrado periódicos y una emisora de radio por decisiones que tras los años se han demostrado eran políticas. La muerte de Iñigo Cabacas presagiaba en su injusticia inmediata aquel 5 de marzo de 2012 la muerte de otras muchas cosas. En primer lugar la verdad, la simple verdad de los hechos que no sangran ni mueren pero desaparecen. No es la verdad, que sí sangra y muere, lo que se juzgará en la sala llena de tristezas número 13, sino a quien ose aproximarse a ella.