A lo largo de las aventuras y sucesos de los humanos en el tiempo, reyes, sacerdotes, señores feudales, patrones de industrias y padres han insistido durante siglos que la obediencia es una virtud y la desobediencia un vicio. Pero es innegable que la historia humana empezó con un acto de desobediencia. Desobedecer abre los ojos, se reconoce lo extraño y al mundo exterior incluso como hostil. El pecado original, lejos de corromper al hombre, lo liberó, fue el comienzo de la historia. Para el mito hebreo de adán y eva, también para el mito griego de Prometeo, toda civilización humana se basa en un acto de desobediencia. Además, es muy posible que la capacidad intelectual dependa de ese acto de resistencia a los mandatos del poder establecido. Ya sé que hay más, que siempre que resumimos simplificamos, pero me vino bien leer a Erich Fromm antes de leer las páginas de este folleto de Erri De Luca, La palabra contraria, para colocar a la desobediencia en su alto lugar primigenio.
De Luca es autor de más de 50 obras traducidas a más de 23 idiomas. Ha sido demandado por la LTF, constructora del tren de Alta en Velocidad Turín-Lyon por instigación al sabotaje en unas frases que pronunció y fueron publicadas por el periódico digital The Hufftington Post Italia, así como por la agencia ANSA. En su folleto, Di Luca explica las razones cívicas y reivindica su deber, antes que derecho, a la palabra contraria. Tras la vista celebrada el 16 de marzo, el juicio a Di Luca está visto para sentencia.
Estamos ante un caso más del sometimiento de un territorio a una especulación declarada, para que se pueda abusar mejor, como “estratégica”. Las perforaciones y pulverización de amianto deberían horrorizar a cualquiera que tenga nociones de este silicato de cal, aluminio y hierro.
Recapacitemos un poco sobre la acusación que le otorga la fiscalía a este hombre. Para que se produzca instigación a la violencia, es necesario demostrar una conexión directa entre las palabras y las acciones cometidas. Es como si a Goethe le hubieran acusado de instigación al suicidio porque su libro Las desventuras del joven Werther desató una ola de suicidios entre los jóvenes europeos de la época. De Luca dice que si de la palabra pública de un escritor se derivan acciones, ese es un resultado involuntario y fuera de control. En la misma línea, un profesor de derecho constitucional afirma que el ministerio público tendrá que demostrar una conexión directa entre las palabras y las acciones “si no puede probar una sucesión inmediata entre las palabras y las acciones, entonces no se puede hablar de delito”
“(,,,) el TAV ha de ser saboteado. Para eso precisamente servían las cizañas: son muy útiles para cortar las verjas. Nada de terrorismo. Son necesarias para dar a entender que las del TAV son obras nocivas e inútiles. Las mesas de negociación del gobierno han fracasado: el sabotaje es la única alternativa”.
El ministerio público ha exhibido una relación de sucesos cometidos por militantes NO TAV. Todos ellos ocurridos a partir de las declaraciones de De Luca. Los fiscales exhiben como demostración de su tesis una lista incompleta, no cotejada con el periodo anterior, y que, por si fuera poco, demuestra lo contrario.
Antes he dicho que el TAV por el valle de Susa está declarado de “interés estratégico”, lo que significa simplemente, área sustraída a la disidencia. Por estas cosas de las interferencias que le entran a uno, recuerdo que aquí la empresa canadiense ANK quiere pedir al gobierno español que declare “zona de interés estratégico” a algunos terrenos de las Merindades de Burgos donde quiere implantar el fracking.
Queda recordar que España es el segundo país del mundo con más líneas de alta velocidad. Los datos son demoledores: tenemos más kilómetros de AVE que Francia o Japón, pero con cinco veces menos de pasajeros. Recientemente, el presidente de Adif ha dicho que la red de alta velocidad en España “no tiene ni pies ni cabeza” y que es insostenible.
Volviendo al uso de la palabra sabotaje, De Luca reivindica el derecho a emplearla (su uso no está limitado al significado de daños materiales). El verbo sabotear posee una vasta aplicación en sentido figurativo y coincide con el sentido de obstaculizar. En Italia, el ministerio público exige que tenga un solo significado. En nombre de la riqueza léxica, De Luca rechaza el angostamiento del significado: “acepto de buen grado una condena penal, no una reducción de vocabulario”, dice con sorna.