
Attitude souriante d’Elisabeth BADINTER assise dans un fauteuil dans le salon de son appartement de Saint-Germain-des-Prs PARIS.
Los periódicos los suelo leer el día después. Tengo una amiga y vecina a la que se los envían a casa y cuando los ha leído me los pasa a mí. Este verano al estar fuera se han acumulado en el felpudo y los ojeo sin ningún tipo de orden.
En El País del día 16 de agosto me encuentro con una entrevista hecha por Álex Vicente a la filósofa y feminista Élisabeth Badinter (de soltera Élisabeth Bleustein-Blanchet).
Esta mujer a la que se puede considerar post-feminista escribió un libro que levantó ampollas ( “La mujer y la madre”) dentro de ese otro feminismo ecologista y espiritual que aboga por la lactancia materna y por que la madre este el mayor tiempo posible con el bebé. Pues bien en dicha entrevista Élisabeth Badinter (de soltera Élisabeth Bleustein-Blanchet) casada con Robert Badinter, ministro de justicia en el gobierno de Mitterrrand, hace un recorrido por diversos temas como la situación de la mujer actualmente. Sobre los tópicos de que si gobernara la mujer el mundo iría mejor, o el de ciertas cualidades como la empatía y la generosidad que se atribuyen en mayor grado al sexo femenino, y para terminar habla sobre el islamismo ahora mismo en Francia.
Cuando le preguntan sobre que una mujer lleve velo, contesta que en las instituciones públicas, los signos religiosos tienen que estar prohibidos. Hasta ahí todo bien. Pero a mí desde que comienza esta entrevista a Élisabeth Badinter ( de soltera Élisabeth Bleustein-Blanchet) hay algo que me saca de quicio. Su apellido Badinter. Tanto feminismo y reivindicaciones para que una señora nada más casarse abandone su apellido tan ricamente y tome el de su marido (por entonces un señor muy importante).
Me río yo del feminismo. Me hacen ahora mismo cambiar mis apellidos por el de mi pareja y arde Troya. Lo más lógico es que los apellidos que se pasaran de generación en generación sería los maternos porque ahí si que no hay ninguna duda de quién pare a los niños. Sobre los padres siempre queda una duda razonable. Si se optó por el apellido paterno en muchas sociedades, fue por una cuestión de patrimonio y herencias, porque en nuestra sociedad patriarcal era el hombre el que manejaba las finanzas y el poder, y seguir con esta tradición (perder tus apellidos) me parece una de las cosas menos feministas que existen y sin embargo estas mujeres parecen sentirse cómodas con ello e incluso les sitúa en un estatus dado por el hombre, no logrado por ellas mismas.
Por eso, toda esta entrevista a Élisabeth Badinter (de soltera Élisabeth Bleustein-Blanchet), por cierto con un patrimonio de 1,7 miles de millones, que así yo también me dedico a filosofar, me suena a limpiar la casa de otros cuando la nuestra necesita un repaso.