Bosque de Yásnaia Poliana, a 12 kilómetros al suroeste de Tula, Rusia. Escribió Stefan Sweig: «No he visto en Rusia nada más grandioso y conmovedor que la tumba de Lev Tolstoi. Apartado del camino, sublime y completamente aislado, este lugar de peregrinación para las generaciones futuras reposa umbrío en mitad dle bosque».
La obra de Tolstoi, entendida como la más sublime de su nación y su siglo, influyó en millones de personas, como la obra de Marx o Nietzsche, aunque en direcciones completamente distintas. Las ideas de Tolstoi han fecundado casi todos los movimientos espirituales más antagónicos del siglo XX. A Tolstoi le fue ajeno el bolchevismo. Este establecía la destrucción violenta del adversario, mientras Tolstoi exigía igualdad mediante un amor universal. Aquel entregó una autoridad al estado sobre el individuo que nunca antes se había vivido; Tolstoi consderó al estado el Belcebú eterno. Sin embargo, como señala Zweig, ninguno de los revolucionarios del siglo XIX allanó tanto el camino para Lenin y Trostki. «Ningún hombre y ningún libro han contribuído tanto a la radicalización de Rusia como el radicalismo del pensamiento de Tolstoi. Nadie ha alentado tanto a sus compatriotas a no retroceder ante la osadía«.
Mientras los rusos adoptaban el radiclaismo de Tolstoi, Gandhi, hinduista y apasionado lector del ruso, adoptó en la India el apostolado del cristinaismo primitivo y la tesis de la non resistance seguida por millones de personas. «Quien rechace en su interior, la costumbre, tan frecuente en nuestros días, de endiosar al Estado como único guía supuestamente legítimo de nuestro pensamiento y de nuestro esfuerzo, quien se niegue a pedecer el letal sacrifio de uno mismo que exige esta idolatría, se encontrará maravillosamente fortalecido por este fouriscit, y hallará razones frente a toda patriotería».
Estos extractos pertenecen al libro La Revolución Interior, antología, ensayo de Tolstoi prologado y epílogado por Stefan Zweig, publicado por Erratanaturae.