
Pocas han sido las voces que se han alzado tras las últimas hazañas destapadas del ministro español de interior Fernández Díaz. Escasos los medios que han puesto al descubierto la policía política que trabaja para el ministro y las estratagemas de Estado urdidas por el ministro para defenestrar a los implicados en la causa soberanista. Los enemigos a los que el rapaz y cruzado ministro quiere poner entre rejas, eran en las décadas predecentes aliados políticos que compartían asesores y favores económicos. Entre la policía y el CNI hay declarada una guerra de infieles y fieles al ministro que explica la filtración de la conversación entre el ministro y el director de la oficina antifrau. La revista satírica Mongolia desvela esta guerra con precisión de detalles en su último número de verano.Tras el tribulario ministro aparecen los tribularios políticos catalanes, marianus segundus, y los tribuneros periodistas y vedettes de la «investigación».
La historia de la guardia pretoriana del ministro, es decir, la policía política a su servicio, toma cuerpo por carambola. Todo comienza a saberse a raiz de la aparición de un personajillo de pandereta: el pequeño Nicolás, esperpéntico imberbe que situándose en los círculos proximos al PP esperanzista, pretendía hacer de conseguidor ante gente con posibles, invocando incluso su relación con el CNI. Las andanzas nicolasinas han acabado en los tribunales. Entre los papeles del pequeño Nicolás figuran una conversación entre él y Javier de La Rosa en la que este detalla que el comisario Villarejo, miembro de la guardia pretoriana del ministro, le adeuda 200.000 por destapar las evasiones de la familia Pujol y en el que además asegura que los informes policiales apócrifos que incrimanan al independentismo son en realidad conversaciones entre el banquero y el oscuro comisario. Así es como el mismo juzgado abrió una investigación contra el veterano inspector. En su investigación de 500 folios, el instructor acusa a Villarejo de grabación ilegal, revelación de secretos, y organización criminal, entre otras.
La guerra en el ministerio
Según la revista Mongolia, la guerra entre los adeptos en el CNI al ministro – entre los que está el ínclito Villarejo – y miembros de la Policía Nacional, a cuyo frente está Marcelino Martín Blas estalla en octubre de 2014. Una conversación entre ambos es filtrada; las miradas se dirigen a Villarejo. La respuesta ha sido la filtración reciente de otra conversación, también tenida lugar en octubre de 2014: la que tienen el mismo ministro y el dorector de la agencia contra el fraude fiscal en cataluña en la que el primero le pide trapos sucios de los soberanistas catalanes. La filtración al diario digital Público es la revancha y supone, como recuerda la revista satírica, darle al ministro la propia medicina que él aplica a sus rivales. En la guerra abierta no ha habido más que cadáveres desde aquel octubre de 2014. Martín Blas fue apeado en 2015, Villarejo, el gran fontanero de Fernández Díaz está en el punto de mira, y el «jefe de la policía patriótica», en tanto que director Adjunto Operativo (DAO), Eugenio Pino, se ha jubilado, según Mongolia, «por la puerta de atrás y deberá responder de graves acusaciones de encubrimiento en el juzgado». Otros cargos como Angel Fuentes Gago y Enrique García Castaño, «también han acabado facturados y con incierto camino judicial por delante». Via crucis para el ministro