«No es que Cataluña sea inviable como país independiente subordinado a la cadena de acumulación de capital transnacional. Podrá o no ser independiente, pero la cuestión es cómo y en qué condiciones. Y de eso no se habla«. Corsino Vela, un corsario de por libre huye de eslóganes y prefiere hablar de lo que no se habla en Cataluña y fuera de Cataluña. De cómo cierta burguesía catalana y ciertas élites tienen un plan de soberanía que es más capitalismo salvaje. «¿Pasar de la dependencia d las élites gestoras el Estado tard franquista español a la renovada dependencia del capital chino ruso, de Emiratos árabes? Esa es realmente la propuesta republicana catalana que guardan en la cartera las fuerzas políticas independentistas mayoritarias, las mismas que aspiran a convertirse en gestoras de la Cataluña independiente». Las tesis de Corsino Vela están incluidas en el libro colectivo No le deseo un Estado a nadie, editado por Pepitas de calabaza. Híbrido de panfleto provocador y riguroso en el análisis de lo que es una verdadera independencia política y económica, los autores se alinean en el espectro político libertario. No han escapado los libertarios a las contradicciones, divisiones, dudas y debates que el movimiento independentista en Cataluña ha generado en todos los sectores, desde la patronal – medianos y grandes empresarios – los sindicatos mayoritarios – subvencionados por el estado español – y las fuerzas «emergentes» – las CUP hacia la vía independentista; Podemos «hacia el nacionalismo español» -.
Los autores de No le deseo un Estado a nadie encuadran el proceso independentista en Cataluña como una reordenación del capital. El procés ha contado con la Generalitat como vanguardia, tras una sociedad poco activa ideológicamente aunque muy politizada, especialmente contra el Estado español y sus desmanes represivos. El mayor aporte es sacar a la luz algunas de las piezas clave o importantes del proceso independentista y no caer en el simplismo de la propaganda y sus binomios (Españoles frente a catalanes, independentistas frente a no independentistas, etc.).
Sin embargo, de tantas piezas y actores que tiene el puzle catalán, los autores también caen a veces en la contradicción de simplificar las cosas habiendo defendido previamnete su complicidad. Por ejemplo, al tiempo que afirman que el procés ha estado dirigido rígida por la Generalitat y los partidos de corte burgués, explican el rumbo de los acontecimientos tras la declaración de independencia como el desbordamiento desde fuera de una marea social.
La marea independentista puede que suponga el desmoronamiento del régimen del 78 en España. El nuevo presidente Sánchez ya aha reconocido que es hora de lograr «nuevos acuerdos», es decir volver a hacer un proceso de integración. Para los autores, los políticos de una u otra manera se han hecho con el procés y los se han quedado en uan calculada posición intermedia son «profesionales de la representación política, aspirantes a gestores de una Cataluña administrada de acuerdo con las determinaciones propias de los intereses empresariales, dicho de otro modo, de la acumulación de capital que la coyuntura exija».