Se celebra este verano 50 años del florecimiento del hippismo. Como evento de la cultura de masas, se exalta de él lo más superficial y consumible – sus ácidas emulsiones musicales, la sensibilidad hacia un naturalismo dentro de los límites del mercado, la visión de un mundo mejor gracias a la química hoy vigente en la sociedad jerárquica y de consumo -. Hubo una rebelión política, poética y generacional que creó la ola que emulsionaría en la espuma contracultural de la que el hippismo fue la forma más hedonista. Esas generaciones de artistas, objetores, vagabundos vitales inoculaba desde los años 50 en la autocomplaciente Norteamérica: lo que a comienzos de los años 60 se llamaría la generación beat. Una revolución de los valores, un rechazo sin aristas a la dictadura de una vida lobotomizada por el trabajo y el dinero; una búsqueda individual en las espirales de la naturaleza salvaje más allá de las necrófilas urbes; un despertar colectivo, sensitivo. La editorial Varasek viene a recuperar con una cuidada e imprescindible antología, The Dharma beats, a varios de los poetas denominados beat, algunos injustamente desconocidos o vagamente traducidos, como el magnífico Lew Welch, que hicieron posible este resurgir político y poético. De alguna o de diversas formas, lo que ocurrió allí, ocurrió a casi todo el mundo en diferentes lugares del mundo y nos ocurre constantemente a nosotros y a quienes vendrán después.
La antología The dharma beats incluye poemas de Jack Kerouac, Gary Snyder, Lew Welch, Philip Whalen, Joanne Kyger y Michael McClure. Sus traducciones han corrido a cargo de Marcos Canteli, José Luis Regojo, Nacho Fernández, Andrés Fischer, Benito del Pliego y Mónica Caldeiro.Sus introducciones profundas y clarividentes permitirán comprobar cómo la poesía es un bosque cuyas raíces se tocan en el tiempo y en el espacio. La poesía beat por su mirada a lo cotidiano como lugar de acción política, recuerda a la poesía de la conciencia y de la experiencia con cierta boga en la península en los últimos años.
La llamada generación beat nace para los cronistas un 7 de octubre de 1955 en un recital que tiene lugar en la Galería 6 de la calle Fillmore. Poetas venidos del este, entre ellos Allen Ginsberg que leería por primera vez su famoso Aullido, y del oeste como Lamantia, y otros muchos más, se congregan bajo el oficio del políglota y libertario Kenneth Rexroth para establecerse en San Francisco en lo que sería el segundo renacimiento artístico de la ciudad. Allí se crean diferentes círculos de poetas que han venido tras el cierre de experimentos artísticos como la Black Mountain College en la que participó Jeanne Kyger. San Francisco es una ciudad asequible. Es asequible vivir en barrios como North Beach donde se congregan en cafés y garitos los miembros del círculo libertario de Rexroth o en otros lugares como Haight Ashbury, además del Fillmore, lugar de negros trabajadores. El hippismo de masas que atrajo a decenas de miles de jóvenes desde mediados de los 60 hasta los 70 comenzó a encarecer la vida y subir los precios de la vivienda hasta convertir San Francisco, como lo es hoy, en una de las ciudades más caras del mundo. Es la paradoja de una ciudad que Rexroth describía en sus memorias como genuinamente mediterránea y tolerante, cuyo desarrollo urbano en los 50 comenzó a convertirla en una masa bulímica, próspera y gris, reflejo de un país ahogado en la abundancia mortecina.
Lewis Mumford aclara en su Pentágono del Poder que quizá los cambios de valores no vienen solos, sino que son el resultado de siglos de insurrección subterránea. El renacimiento beat bebe de las aguas de los nativos precolombinos norteamericanos, de las luchas obreras de los años de la primera guerra mundial de las que por ejemplo Kenneth Rexroth fue partícipe y testigo, de los movimientos artísticos modernistas de principios de siglo XX. Y una generación del baby boom norteamericano que hace frente a una sociedad de hombres de trajes grises, hipotecas, objetos de consumo, guerras continuas dentro y fuera del país. El modo de muerte norteamericano que se ha inoculado en todo el gran occidente planetario.
La antología The dharma beats ofrece al gran público dos grandes poetas poco conocidos: el primero Lew Welch, del que Varasek ya ha publicado Círculo de hueso,
Poema de Chicago
En las fábricas y refinerías del sur Chicago lanza un
gas natural en llamas
que oscilan como mecheros en chimeneas de cien
pies de altura. el hedor et acichilla los ojos.
todo el cielo un fondo verde y amarillo para el esqueleto
acero de una ciudad bombardeada
(…)
Conduciendo de vuelta vi Chicago erguido sobre sus
gases y comprendí de nuevo que no se hizo al
hombre para enfrentarse a esta nonstruosidad despiada
sin parangón.
Resuella en la orilla de su Gran lago como un
rinoceronte, rojo, ciego.
Ya ha comenzado a dstruirnos.
No puedes arreglarlo. No puedes hacer que desaparezca.
No sé qué vas a hacer tú
pero sé lo que voy a hacer yo. Yo voy a alejarme de ella.
Quizás
una pequeña parte morirá si no estoy aquí
alimentándola
Pero la poesía es estar atento. La poesía es no permitir que nuestra alma ( y tampoco el alama del mundo) se evapore, como dice el poeta Jesús Aguado. De ahí que frente a la barbarie que se refleja en el Moloch, de poder, de alienación, de turbiedad que refleja la urbe de Chicago, metáfora del país y sus relaciones, Lew se propone ver, estar atento:
Me vi
Resuella en la orilla
Me vi
un círculo de hueso
en el claro arroyo
de todo
Y prometí estar siempre abierto a todo
que todo
pueda fluir a través
y estonces escuché
«círculo de hueso» donde
el círculo es
una boca de campana.
La otra gran poeta que descubre la antología publicada por Varasek es Dianne Kyger. Destaca por ser de las pocas mujeres reconocidas en los círculos poéticos de la costa oeste. Su mirada es concreta y profunda. Ahonda el yo, al mismo tiempo hiperbolizado y consumiente en nuestra sociedad. Su aguda percepción de los fenómenos que rodean a la persona, nos lleva con ella a una meditación sosegada. No por casualidad Dianne pasó varios años con el poeta Gary Snyder en Japón en un monasterio budista. Dianne Kyger falleció mientras se elaboraba esta antología, en mayo de 2017.
lo ves al momento
Lo siento tanto nunca será
de nuevo así-
¿Pero cuándo ha sido singular el presente?
Todo con un lenguaje de distinción
con tristeza, con melancolía
con la dulce apreciación
de un futuro extinguido
cuando el agua se vuelve
un estado del ser
PARA VIVIR DE NUEVO EN ESTE MUNDO
Debes esconderte a ti mismo
cambiar tu extravagancia
por un tono anodino
¿SIGNIFICA QUE NUNCA MÁS ME DIVERTIRÉ?
nadie te prestará atención.
Los dioses no te arrancarán
de la tierra para su propio
Entretenimiento. Estás camuflado
de simplicidad.
The dharma beats aúna poemas de Michael McClure o el enigmático y monástico Philip Whalen, además del incónico Jack Kerouac o el gran Gary Snyder. Esta antología es una pequeña arcadia para nuestra mente, sin tiempo y espacio. Nunca hemos salido del mismo tiempo y espacio desde hace tantos siglos. Todo nos sucede a todos los seres todo el tiempo.