Disculpas. Lo sienten, se equivocan y no pasa nada. Las altas esferas, las elites, los de arriba se confunden demasiado. Se engañan y nos mienten con una frecuencia ofensiva que está alterando a la sociedad que difícilmente perdona sus «errores».
La última equivocación la tuvo el Presidente del Gobierno. Tras comparecer (esto es noticia en España) el Presidente declaró estar contento y satisfecho por su actuación en el Senado. Mariano Rajoy afirmaba que se equivocó al defender a Bárcenas. Que mantuvo la confianza en alguien que no la merecía. Vamos, que al pobre le traicionaron. Por supuesto sólo le han engañado (o eso debemos pensar) en el caso Bárcenas y que para todo lo demás es una persona preparadísima para sacar a España de este agujero. Por tanto, como no le vamos a pasar una.
Al no estar acostumbrado al rendir las cuentas y explicaciones en público, Rajoy tuvo que prepararse un discurso victimista ante las lanzas de los demás diputados deseosos de verle la cara el Presidente. Muestro algunas de las «pseudodisculpas» de Rajoy.
«Di crédito. Me fié de él y sí, le apoyé como apoyaría a cualquiera que sufriese un situación injusta.» «¿Me engañó? Sí, lo tenía muy fácil, yo no condeno a nadie de manera preventiva». «No soy un compendio de virtudes, pero soy una persona recta y honrada» (Fin de las citas)
Tras realizar un Ana Mato o Infanta (hacerse el tonto y echarle la culpa de todo a la pareja alegando tu tontuna y que te han engañado) podemos estar orgullosos de que nuestro Presidente haya hablado, poco a poco.
Después de estos casos, me pregunto: ¿ser tonto debería ser un delito? ¿Qué vale más, ser imbécil o pedir disculpas? Cada maestrillo tiene su librillo y en este caso cada uno tiene su pequeño truco.
Un flagrante caso fue el del Rey Juan Carlos. La famosa disculpa («Lo siento, me he equivocado…») fue toda su penitencia por haberse ido de marcha a cazar a Botsuana en momentos tan críticos para miles de ciudadanos españoles (y también para él).
Otro ejemplo es el de Ana Mato. Que tras irse de farra con Pluto y Mickey Mouse (con el dinero…) alegaba no haberse enterado de nada. Mato no es la primera vez que no se entera de ciertas cosas…
Pero si hay alguien tonta (o por lo menos lo interpreta de lujo) es la Infanta Cristina. No hay palabras suficientes para describir el arte que tiene para no enterarse de nada. Dicen que no hay más ciego que el que no quiere ver, pues ésta más.
Pienso en Urdangarin diciéndole a la Infanta que ha comprado el pan, y que ha entrado en un sorteo. Sorteo en el que puede tocar un palacete…¡¡¡En Pedralbes!!! Afortunadamente… tocó. ¡Qué suerte!, debe pensar Cristina? Cris, se lo cree, ella no es tonta. Ella es como Rajoy que confía en la gente, no condena a nadie de manera preventiva.
Con todo esto, me cuestiono lo siguiente… ¿y si los ciudadanos de a pie llevan a cabo los trucos de los políticos y demás dirigentes? ¿Qué pasaría si la gente olvidará pagar sus impuestos, no declarase su patrimonio o dejará de pagar otras partidas? ¿y si sacáramos partida de las cuentas públicas para comprarnos áticos, coches u otras cosas? ¿Podríamos usar ante el juez estas artimañas?
Entonces imagino a personas alegando ante el juez cosas como:
– Mire, no sabía que tenía que devolver lo prestado al banco. ¿Cómo lo iba a saber yo?
Háganse los tontos, los idiotas. Si ellos pueden, tú también. Echadle la culpa al de al lado, decid que os han engañado, que vuestro honor es inmejorable, hacer referencia a vuestra carrera y a la de vuestros padres y abuelos. Que no lleváis las cuentas y que tu vecino es más, y el de arriba todavía, MÁS. Para finalizar (aunque no es lo más importante) una disculpa y a seguir con la vida.
Si los dirigentes y representantes del país no dan ejemplo, ¿cómo lo vamos a dar nosotros?
Groucho Marx: “Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros” (fin de la cita).