No fue un buen día el primero de mayo de 2015 para el todo poderoso presidente de Iberdrola. Elon Musk, cara visible del productor de coches eléctricos Tesla, anunció una batería que acumula energía proveniente de receptores solares o eólicos. Esto era imposible hasta hoy, y se hacía necesario por la vía del monopolio que tienen las grandes distribuidoras acordar con ellas un pacto de venta de la energía generada por el día y de compra por la noche. Con la batería que anuncia Tesla, de la ecuación salen las compañías eléctricas. Quienes generen energía solar o eólica podrán al fin almacenarla.
No se crean que las huestes de la gran industria se mantendrán de cruzados brazos, ni se han mantenido. Galán obtuvo del gobierno Rajoy la penalización a la mayor: la propia implantación de recepción solar o eólica. A partir de las baterías acumulables, el tiempo va en contra suya. La tecnología y la acumulación de capital fueron el cimiento sobre el que se erigió Iberdrola. La propia tecnología, anque se rija por las mismas reglas que antaño, y el abaratamiento de capital, son la amenaza al oligopolio energético ibérico. Un peligro de miles de Al qaedas.