Cuando una mariposa bate las alas, es para echarse a temblar, y lo más prudente es no salir de casa. Decían que eso podía provocar un terremoto en Hawai. Eso es un mal menor.
El sobrino de La Banquera atropelló borracho a una chica de la calle una noche de Luna llena. A sus compañeras de piso se les aconsejó que dijeran que el semáforo estaba en rojo para los peatones, y por este motivo el Juez, que aspiraba a deberle mucho a la tita del conductor, sentó jurisprudencia declarándole inocente por este motivo. Nadie descubrió que el semáforo se había instalado dos meses después del accidente y tres antes del juicio.
Fue como el batir de alas de una mariposa, pero en el Tribunal Supremo. Parecía que se hubiera escapado de las páginas de un pesado y honorable tomo que, una vez abierto, ya no era posible cerrar. El terremoto llegó a los pocos días, porque con la ley en la mano, un tipo de psicópata nuevo encontró un buen nicho de mercado, seguro y rentable. Y creó escuela.
Sentir el golpe de los cuerpos contra el parachoques tras el acelerón. Seguir acelerando, hasta arrollar completamente a quien sea: el amante de ella, un conocido del que te puso en la calle. El que la sigue la consigue, y mientras hay gasolina hay esperanza.
Luego, detenerse unos metros más allá y examinar la presa por el retrovisor: un abuelo con sus nietas, alguien acaramelado que hablaba por el móvil. La gente se agolpa, y antes de que estalle la indignación, el conductor se ajusta las gafas con el índice muy lentamente -el tiempo justo para ocultar su sonrisa- y, como un buen actor, con el rictus descompuesto dice su frase: “El semáforo estaba en rojo”.
Y era cierto. Vuelve al coche, examina la sangre del parachoques y lo lleva al taller. Sabe que todo está en el video, y sabe que el juez le dará la razón. Porque, al final, era cierto que las leyes son iguales para todos. El emérito dijo en su día la verdad y, aunque casi nadie le creyó, los locos al volante que salen de cacería cada mañana confirman día tras día que tenía razón.
La derecha habla de prohibir las mariposas. La otra derecha habla de exterminarlas a tiros. La izquierda ha creado un comité. El centro pone cara de estar pensando mucho. Algunos nacionalistas acusan al imperio (romano) de traer las “mantekillamoskak”. Lo que dicen los demás no se oye en los medios. Y La Banquera habla de respeto a las leyes y a las decisiones judiciales. Lo contrario, no nos engañemos, sería el triunfo de las fuerzas del desorden.