Transcurría el año 1979 (Madrid) y un joven de 26 años se encontró de repente en medio de una vorágine infernal. De un psiquiátrico a otro en principio proveniente de lo que teroricamente era un “Brote Psicótico Agudo”. Tuvo “suerte” (mucho más que entrecomillar haría falta) porque la familia al rescate consiguió sacarlo del circuito hospitalario. De vuelta en Euskal Herria tratamiento de choque para curar lo que ellos (Tecnicos del conocimiento de la mente) denominaban un acusado trastorno maniaco depresivo. Para hacerle frente, nada mejor que unas buenas sesiones de psicoterapia con una buena psiconalista, psicoterapeuta y psiquiatra, del momento que, proveniente del movimiento progresista, no tuvo el menor inconveniente en hacerse cargo del joven descarriado, psicótico, con aires de grandeza y periodos alternos de viajes al infierno no necesariamente definitivos pero casi.
Con los años y la evolución del tratamiento más tarde supo que lo suyo en adelante seria conocido como trastorno bipolar. En la actualidad en el sistema sanitario abundan los casos y es muy del argot, sobre todo entre los jóvenes, hablar de que cierta persona es bipolar.
A propósito de este mal terrible y muy poco conocido habla el escritor y crítico literario Rafael Narbona en su libro Miedo de ser dos, publicado por Minotauro Digital – Minotibia. Es cierto que hay un miedo de ser dos sabiendo que es uno solo con su tormento. El que está en la cresta de la ola no se acuerda para nada que dentro de un momento puede estar más hundido que el Titanic. Se llega a convencer de que ira al infierno para toda la eternidad a pesar de no ser creyente, porque asume que su castigo puede ser eterno. En momentos de enorme subidón dios es poco para él, en cambio en el descenso es menos que un escupitajo en el suelo de un bar. Incapaz de pedir que cese el castigo del que no es acreedor, se siente abandonado como putrefacto cadáver.
En la página 13 refleja Narbona con precisión la inmensa vulnerabilidad del bipolar al no soportar el dolor ajeno. Híper, mega sensibles, se combustionan con los sentimientos. Como si su superficie fuera finísimo papel, no poseen armadura, por eso muchos de entre ellos tienen un inmensa sensibilidad creativa, captan con mayor facilidad el interior y los sentimientos humanos.
Efectivamente suicidas. En palabras recientes de un reputado siquiatra: “los bipolares os suicidáis, casi un 35%”. Narbona lo menciona repetidas veces y en diferentes contextos, como en la página 23 donde el suicidio le parece una salida razonable. Son extraordinarias al respecto las palabras de Jerzy Kosisnski – poeta, supuesto bipolar, suicida -: “me marcho a descansar, pero un rato largo más largo que lo habitual. Llamad a ese rato eternidad”.
El trata de suicidarse sin éxito, cosa que no sucede con su hermano Juan Luis, aunque reitera que ha perdido la cuenta de sus intentos. La muerte percibida como una liberación (página 87). El único descanso posible para el bipolar.
La causa del furor por el suicidio se entiende en lo insoportable del dolor al que con frecuencia debe hacer frente y lógicamente, como no es capaz de resistirlo, opta por la solución definitiva convertida en única. El bipolar situado ante la vida se pregunta cómo es que le haya traído a este mundo que no puede soportar.
Necesitaría una enorme carga mayor de amor, comprensión y apoyo en todos los órdenes para hacer relativamente llevadera la existencia. Es insaciable de amor, y entiende que ha sido arrojado a la vida por un mero efecto del afán reproductor, con la salvedad que para él la paternidad a la a que no ha accedido le supone un verdadero problema existencial.
En el plano teórico discrepo en cierta manera de Rafael Narbona que mantiene prácticamente que el trastorno digámoslo así es de origen físico, como mantiene la corriente absolutamente mayoritaria. A mí me parece una mera hipótesis puesto que las variantes de los momentos de aparición son tan diversas y tan ancladas en enormes problemas de origen síquico y emocional. El exceso de dopamina o su carencia o la incidencia de serotonina y todas sus variantes, serian algo así como otros componentes más del coctel explosivo en un campo prácticamente desconocido. Luego vendrían otros factores: la autoestima, el amor recibido, la concepción de la vida, los propios avatares tan diferentes de cada uno y una sensibilidad enferma y brutal hacia el dolor ajeno, no exento de una personalidad a todos los efectos sorpresiva e incontrolable, con frecuencia embarcada en luchas imposibles.
En lo relativo a la medicación, soy bastante escéptico aunque admito que en las aterradoras noches de insomnio puede ser la única alternativa de no recurrir al siquiatra de los pobres – el alcohol -, como hace la mayoría, creyendo profundamente en la lucha del sujeto implicado siempre con un resultado incierto y por lo general con un irresistible y demencial sufrimiento.
Los psiquiatras, convenientes como muchas veces colaboradores necesarios, pueden trabajar honestamente con el bipolar y con cuanto más humildad lo hagan más eficaz su trabajo. En las euforias y depresiones de este trastorno, a mi juicio, la diferencia con las supuestas mentes normales es el grado en que se vive el sentimiento tanto en lo negativo como en lo positivo, admitiendo de principio que el bipolar se suele caracterizar también muchas veces por su poco convencionalismo. En la vida ordinaria no recurre sistemáticamente para la euforia a los euforizantes que utilizan normalmente los demás de modo habitual (llamase todo tipo de drogas, sexo en todas sus formas vividas como en ilícito, fiestas reguladas y puntuales). En sus tristezas con el habitual sentimiento trágico de la vida, va mucho más allá de lo que suele ser habitual, porque simplemente tiene una dimensión enormemente mayor para los sentimientos.
En cualquiera de los casos como bipolar diría que el inmenso hambre de amor insaciable y sentimiento de vivir en la incomprensión, unido a un sentimiento frecuente de culpa imposible de controlar la mayoría de las veces el sujeto bipolar no tenga las armas habituales para llevar una vida convencional. Es capaz de casi todo de lo que la inmensa mayoría no, para su propio bien o su comunidad o para una irrefrenable carrera hacia la autodestrucción. Ese sentimiento autodestructivo como proveniente de una criatura indefensa y abandonada que no puede resistir el existir sin ser profundamente querida, hace que no le importen las conductas de riesgo de otras personas o sus muestras de valor y en realidad llamadas desbocadas a la muerte para una inmediata aniquilación.
La situación político social y su incidencia en el trastorno bipolar
Si es cierto como defienden los teóricos de la anti siquiatría, y a mi así me lo parece, los individuos particularmente señalados como tendentes a esquemas de comportamiento alejados de la oficial habitualidad, seriamos algo así como la reacción o expresión de respuesta a todos los conflictos creados, sufridos y manipulados por los estamentos oficiales destinados directamente a mantener sus estructuras de poder. Quizá en un momento pudieron ser tratados con la hoguera. En la actualidad, entre otras muchas más armas, la siquiátrica directamente relacionada a su vez con el consumo brutal in crescendo de ansiolíticos, hipnóticos, tranquilizantes o cuantas variantes puedan utilizar. El psicofármaco Lorazepan es el medicamento más vendido por encima de la aspirina y los analgésicos. Hay un esfuerzo titánico por no dejaran de fomentar una servidumbre voluntaria, detrás de cuya rentabilidad escandalosa se esconden Monstruos de La Química, las llamadas transnacionales farmacéuticas.
Para Guillermo Renduelles, “el uso de psicofármacos es además un mercado cautivo y un psicótico un cliente seguro desde los 20 años hasta la muerte si siguen los consensos dominantes hoy en psiquiatría”. Sujetos dependientes de por vida. Aunque esto ya volveremos en otra ocasión, ahora válgame la afirmación de que también, y acaso muy especialmente, los bipolares son hijos de esas corrientes que se mueven subterráneas en el seno de los colectivos más significativos en los que algunas veces tienen una particular y especifica significación.
La época que le ve nacer a nuestro escritor Rafael Narbona es la del llamado franquismo puro y duro, conocido en los manuales de teoría como la versión a escala del estado español del fascismo. Este te obliga a mantener una cierta forma de funcionamiento ordenada, repetitiva y anodina, absolutamente impregnada de terror para quien ose pensar y salpicada siempre de la ignorancia absoluta. Un poder jerárquico intocable contra la naturaleza de la realidad en todos los órdenes.
No por casualidad este fascismo es impuesto a sangre, fuego, tortura, pánico, brutalidad, miseria…. El autor de Miedo a ser dos obligado a vivir en esa realidad se alimenta de su superficie oficial, pero no puede evitar que le invada la continua réplica, no oficial, pero verdaderamente progresista de su herencia en todas las variantes. Eso sí, le puede costar caro, porque vivirá como encerrado en una campana con esa pugna terrible en su interior.
Texto literal de la página 187: “En mi casa, se odiaba la dictadura y se hablaba constantemente de política, casi siempre con vehemencia y rabia, pues mi madre no conseguía olvidar los aviones con la esvástica bombardeando Madrid ni el plan de enviarla con su hermano Carlos a la Unión Soviética para huir de la guerra…”.
Por sus antecedentes personales, familiares, sociales y políticos, Narbona no solo tiene un extraordinario combate en su mente sino que sin atisbo de duda el campo de batalla es el diseñado en toda su amplitud para la vida. Educado religiosamente con un poso siniestro de rancio nacional catolicismo que al servicio de la cúpula del poder, aplasta a su vez hasta deformar y estrangular un testimonio y una doctrina verdaderamente escandalosa en su fundamento: amar al prójimo. Los sujetos bipolares aquí citados comparten su tendencia a defender a cualquier coste al indefenso, al perseguido, al marginado, al sufriente.
Eso desemboca de forma obligatoria en la rebelión en todos los órdenes. En el plano político, sí, pero, también en el teórico y en el comportamental. No menciona Narbona, como abogaría yo, el periodo hippie porque le queda un poco lejos, con sus proclamas de amor y paz, comunicando con la base cristiana similar, y a continuación la teoría del marxismo con sus pinceladas freudianas y en nuestra época el reflejo indeleble del imperialismo y su mortífero dominio, contestado también desde la teología de la liberación.
En definitiva, los bipolares se empeñan en conseguir lo que sería definido como la búsqueda del hombre nuevo. Citando a un clásico de este camino, el luchador por un mundo mejor debe hacerlo con un corazón ardiente y una mente fría, pero al propio tiempo, solo indicar su calidad de tal, si es capaz de sentir el sufrimiento de cualquier persona en cualquier parte del mundo. Un ser, y esto lo dice el autor, consciente a su vez, de que los humanos no suelen ser por lo general y espontáneamente compasivos con los enfermos y los débiles. Por tanto se verá obligado a pelear, cualquiera que sea el campo elegido, por defender sus sentimientos y sus principios.
Claro que pone algunos ejemplos de personajes que en un determinado momento jugaron un papel teóricamente avanzado y con el paso del tiempo terminaron en las filas de los más reaccionarios, como cita en varias ocasiones al otrora izquierdista Gabriel Albiac y en la actualidad.…
Rafael Narbona nace en 1963 (año del asesinato del significado comunista catalán Julián Grimau) siendo el 17 de agosto cuando se ejecuta a dos anarquistas por medio de garrote vil. Su hermano Juan Luis fue detenido, torturado y encarcelado por sus ideas comunistas. Su abuelo comprometido con “el carácter renovador» de la Segunda República había perdido propiedades y títulos. También un tío suyo se alistó en la División Azul, vuelve inválido, y percibe la muerte como única liberación.
Con respecto a su padre esto es lo que menciona en la pagina 77: “mi padre regresó a casa, sin haber encontrado a ese joven de 25 años que luchó con otros jóvenes de 25 años para que la Republica como un sueño no se esfumara en una tierra dura, donde las libertades se mueren porque nadie se ocupa de ellas”. El propio Pablo Neruda le escribió a su madre una carta de condolencia con motivo de la muerte de su padre.
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Texto de Tomas Anjel Gonzalez para Hincapié.
Miedo A Ser Dos, de Rafel Narbona está publicada por la editorial “Minotauro Digital / Minotibia” y d istribuido por MAIDHISA Obra parcialmente autobiográfica del autor, Rafael Narbona, con prólogo de Miguel Sánchez-Ostiz. Para comprarlo: http://www.minobitia.es/miedo