LAS ARTES EN NUESTRO TIEMPO no son más que una distracción para evitar que entendamos la forma en que se expresa nuestra realidad y nuestras vidas. Las artes sobreviven como parte de los mass media y pretenden distraernos de algunos hechos esenciales como, por ejemplo, la polarización de la energía aniquiladora, la permanente arma de la economía, el hecho de que la paz sea sinónimo de estar al borde de la guerra, que la mitad de la población puede ser tratada como basura (obsolescencia prevista) y que la otra mitad podría alimentar a esa otra que está muriendo de hambre.
Dentro de nuestra sociedad, la libertad existe solamente entre distintos estilos, pero raramente hay una alternativa que niegue lo ofrecido. Ahora es la hora de exigir tales alternativas. Ahora es el momento de la gran negación (…)
¡Entonces quizá el arte pueda volver a entrar en la vida, como juego, como celebración, como crítica y no como esta apología por la supervivencia!
1968. Una invisible turba de caballos azabache en la anochecida realidad de Londres va dejando un rastro imborrable. Pintadas, gaffitis anuncian una insurrección. Es una insurrección contra lo pretendidamente alternativo al orden: contra el arte, por su esteticismo timorato y personalista; contra la izquierda y la ultra izquierda igualmente timoratas que ensalzan los valores caducos del sistema. Prende una hoguera desde el subversivo barrio de Notting Hill hasta el East End. El 18 de marzo de 1968 frente a la embajada de EEUU, un miembro del subversivo grupo King Mob pinta: 18 de marzo, comienza la guerra en Inglaterra. Este es el relato del indispensable libro editado por La Felguera, King Mob. Nosotros, el partido del diablo.
Los delincuentes juveniles y no los artistas pop son los verdaderos herederos de Dadá
Puede que la revuelta comenzara en el seno de la facultad de Bellas Artes. En realidad ya en Londres se respiraba un embriagador y ténue aroma procedente de tantas corrientes de años atrás. Nuevos rincones: Notting Hill, donde emergen los anarcos freaks; la violencia urbana de los moods y sus espacios radicales donde sobresalen los skinheads; los pacifistas del Movimiento Por el Desarme Nuclear; los situacionistas aspirando de la pipa incendiada del mayo francés y las correrías del ingenioso y subversivo colectivo The Motherfuckers en Chicago. Todas estas pólvoras subterraneas eclosionaron en King Mob, la guerrilla que descorcentaría las calles londinenses hasta 1970.
CUALQUIER ESTRATEGIA para la inminenete guerra civil debe dejar a un lado los presupuestos de los antiguos movimientos de revolucionarios que han generado tales monstruos.
QUÉ DIABLOS ESTÁS HACIENDO AQUÍ? Tienes que venir aquí para escapar del repetitivo aburrimiento de tus escuelas, trabajos, escapas de tus jefes, de tus padres y de los políticos.
El cuidado libro King Mob que edita La Felguera aporta algo fundamental para comprender hoy ese en apariencia efímero movimiento: sus textos, panfletos. La actualidad de sus críticas no puede estar más en nuestra cotidiana vida cuarenta años después. Y no es menor la inclusión en esta edición del documento El final de la música, escrito por los hermanos Wise, crítica demoledora que quienes constituyeron King Mob hacia el punk y el reggae como productos de mercadotecnia que incluían buena parte de la retórica situacionista a precio de saldo. El dinero contraataca.
King Mob. nosotros, el partido del diablo es poesía. Quizá no quepa recuperar sus versos, pero quizá con sus trizas puedan hacerse las lanzas que arrojar contra la administración de la vida y la supervivencia degradante. Un aguijón cultural absolutamente desagradable e imprescindible para nosotros.