A los que, de niños, leíamos las aventuras de Astérix[1] nos entusiasmaban los volúmenes en los que se relataban los trepidantes viajes del guerrero galo. Nos encantaban los viajes a Britania, Córcega, Hispania, Egipto y sobre todos ellos la gran travesía a Norteamérica. Al releerlos de adulto, me encuentro con que las sensaciones se han invertido: ahora son mucho más fascinantes los relatos que ocurren intramuros, en la pequeña región de Armórica. No sé si a los demás les ha pasado lo mismo… mis amigos, o ya no leen tebeos o han tirado por otras tendencias aparte del vintage.
Resulta irónico que, para un lector adulto, uno de los mejores (si no el mejor) relatos de la serie de Astérix sea precisamente el único que no lleva su nombre en el título: Obélix y Compañía[2]. Su argumento es genial: ante la imposibilidad de vencer al pueblo galo por las armas, el Imperio Romano trata de someterles alterando su vida rural basada en la multitarea de unos artesanos/campesinos/cazadores/recolectores autónomos llevándoles hacia una vida urbana con especialización del trabajo y jerarquías laborales. Dicho con otras palabras: sustituyendo la economía rural y plana del trueque por la economía jerarquizada de la empresa introduciendo el uso del dinero como medio de intercambio y la fluctuación del mercado como incentivo para acumular riqueza.
La octava página de la historieta describe con aterradora precisión la reunión en la que un decadente Consejo de Roma recurre a un joven consultor, Cayo Coyuntural[3], para obtener ideas alternativas al combate militar. El consultor no duda; su tesis es «puesto que son más fuertes que nosotros, hagámoslos débiles convirtiéndolos en nosotros mismos». A partir de ese momento, y a pesar de las reticencias de Julio César [4]a quien las maniobras financieras le caen fuera de conocimientos y experiencia, se ejecuta una cuidadosa estratagema cuyo objetivo es provocar el afán de lucro en los habitantes de la aldea de Abraracourcix[5]. La historieta contiene todos los elementos comunes a la serie: en un principio, la trampa romana parece triunfar y lleva a los aldeanos a las luchas internas, pero la astucia de Astérix, el apoyo de Panorámix[6] y la ingenuidad de Obélix[7] terminan repeliendo el peligro para disfrutar de un banquete en la última viñeta; por el medio hay peleas por el olor del pescado, el barco de los piratas se hunde (además, lo hace por un motivo asombroso), encontramos caricaturas de personajes famosos en los años 70 y hay barra libre de poción mágica.
Tras el humorismo hay mucha crítica social, quizá más de lo que el propio Goscinny[8] pretendía conscientemente. Es una historia que conviene leer despacito y entre líneas. Hagamos una pequeña disección por fases para entenderla mejor:
Fase 0: El Imperio Romano, que se reconoce a si mismo como decadante, busca pervertir al pueblo galo rebelde y hacerlo también decadente inyectándole un capitalismo neoliberal feroz tal que si de un virus se tratara. La idea es que ese virus, se extienda rápidamente provocando la discordia casi inmediatamente. De esta manera el pueblo rebelde se fundirá en el imperio como una gota de agua en un charco.
Fase 1: Cayo Coyuntural convence a Obelix para que fabrique menhires en serie. Obelix pasa de artesano a industrial, contratando personal que fabrique menhires para él y cazadores para alimentar a sus trabajadores. Roma compra toda la producción de Obelix sin retorno de inversión. La trampa se ha activado.
Fase 2: Astérix ve el peligro inmediato del monopolio de Obelix tanto para él mismo como para el pueblo, así que sugiere a otros aldeanos que le imiten, fomentando la competencia. Panorámix pone a disposición gratuita de quienes sigan esa sugerencia los medios de producción (la poción mágica, para ser más precisos). Con este movimiento Astérix no se enfrenta abiertamente al neoliberalismo sino que, aparentemente, se sirve de él para evitar la destrucción que hubiera supuesto un monopolio. No obstante, el futuro es incierto, el problema no está resuelto sino solamente distribuido entre varios para que su peso sea más soportable. Roma sigue comprando la producción de todos los competidores acumulando un alarmante stock de menhires inútiles.
Fase 3: Cayo Coyuntural inicia el proceso de retorno de inversión, vendiendo los menhires en Roma. Al tratarse de un producto inservible usa tácticas publicitarias para generar una demanda artificial en el pueblo romano. En este punto se encuentra la crítica más ácida de la historieta. Cayo Coyuntural se revela como un ser sin filiaciones, le da lo mismo engañar a los galos que a los romanos, él ve en las maniobras financieras un fin en si mismo y desprecia sin ambages a quien no las entiende y aprecia (de hecho, llega a mofarse del propio César hablándole como a un niño con retraso). Por su parte, el pueblo romano se deja manipular de la misma manera que antes se había dejado manipular el pueblo galo. Si a éstos últimos les movía el afán de lucro a los primeros los mueve el esnobismo. Goscinny es implacable en la crítica y reparte a diestra y siniestra: gobernantes torpes asesorados por consultores sin escrúpulos, ciudadanos crédulos que caen víctimas de sus propios defectos y ambiciones.
Fase 4: Aparece el Deux Ex Machina en el mejor estilo de la tradición griega. Debido a la demanda de menhires, la Industria Romana reacciona y genera competidores ante el asombro de Cayo Coyuntural, quien no parecía haber previsto esta circunstancia. El Gobierno romano intenta prohibir la producción nacional en un intento de dar salida a su inmenso stock pero los Sindicatos están dispuestos a luchar, provocando paros y manifestaciones que se agravan con la entrada de menhires del mercado exterior, egipcios y fenicios. Y así estalla la burbuja, llega la crisis financiera y el mercado del menhir se viene abajo. El astuto plan de Cayo Coyuntural ha fallado y la aldea gala puede volver a su estado inicial.
Conclusiones: hay muchas pero algunas de especial interés son:
1.- La aldea gala se ha salvado por pura suerte. Esta vez no han sido los valores de la comunidad los que han evitado la invasión; de hecho, los aldeanos se abandonan al neoliberalismo con entusiasmo. Lo que les salva es un agente completamente externo a ellos que ningún actor había logrado predecir.
2.- La trampa lanzada por Cayo Coyuntural se ha vuelto contra sí misma, las argucias financieras basadas en un producto sin valor añadido, el menhir, le han estallado en las mismas narices por el mismo funcionamiento del sistema económico. Creación de demanda ficticia -> burbuja económica -> crisis financiera -> devaluación de la moneda.
3.- Nadie parece entender muy bien cómo funciona el plan. No lo entienden ni de un lado ni de otro, ni los romanos ni los galos, ni el promotor de la idea Julio César, ni el ejecutor Obélix, ni los controllers legionarios (que por no estár más avisados y percibir el peligro acaban recibiendo unos buenos tortazos), ni los competidores aldeanos galos… tan solo Cayo Coyuntural en el lado romano y Astérix en el lado galo parecen jugar la partida con mano firme.
Leer esta historieta, creada en Francia en 1976 con los ojos de 2013 (casi 40 años después) nos hace pensar que las cosas no han cambiado mucho: seguimos siendo ciudadanos crédulos y víctimas de nuestros defectos y ambiciones, guiados por gobernantes torpes y sin escrúpulos. Se pueden establecer paralelismos sin caer en desatinos: por ejemplo, no es difícil ver las subprimes y otros productos financieros tras los menhires. De la misma manera, los supuestos expertos en economía y finanzas parecen no prever situaciones que son casi obvias para el sentido común, al igual que le pasa a Cayo Coyuntural. O quizá si las prevén pero el afan de lucro hace que las pasen por alto y no duden en llevar a sus conciudadanos a la ruina. Puede que haya gobernantes que, aunque ambiciosos, permanezcan fieles a unos principios éticos como Julio César, pero se dejan asesorar por consultores sin escrúpulos.
En un ejercicio de paralelismo fina, no dudaría en afirmar que nosotros estamos representados en los ciudadanos romanos, con el sextercio devaluado y estafados por sus propios políticos y banqueros. Cabría preguntarse a quiénes respresentan los galos y donde está nuestro Astérix.
[1] Astérix es un personaje creado por René Goscinny y dibujado por Albert Uderzo cuyas historietas aparecieron por primera vez en la revista francesa Pilote en 1959. Encarna a un guerrero galo a principios de nuestra era; de baja estatura y constitución antiheroica, se caracteriza por su inteligencia y buen humor. Es, quizá, el personaje de historieta francés más conocido mundialmente. Ver más en http://www.asterix.com/index.html.es
[2] Obélix y Compañía es el volumen nº 23 de la colección
[3] Cayo Coyuntural no es un personaje de la serie sino exclusivo de este volumen. Con el aspecto arquetípico de un joven ejecutivo agresivo, representa la ambición desmedida.
[4] Julio César es la nemesis del pueblo galo y aparece en casi todos los volúmenes de la serie. Líder del Imperio Romano, siente la rebeldía de la aldea gala como el pequeño defecto que le impide alcanzar la perfección como conquistador. Aunque no escatima medios para vencer a la aldea gala, suele comportarse con honorabilidad. Como Cayo coyuntural, representa el liderazgo militar y la ambición, pero en su caso no es desmedida sino mesurada por sus principios éticos y un no disimulado respeto por la fortaleza de sus contrincantes galos.
[5] Abraracurcix es el jefe de la aldea de los galos. Representa el liderazgo paternalista.
[6] Panorámix es el druida de la aldea. Sanador, miembro del consejo del jefe, inventor de la poción mágica… representa la sabiduría.
[7] Obélix es otro guerrero, eterno compañero de Astérix (nacieron el mismo día). Bonachón, ingenuo hasta lo pueril, leal y sensible, representa la inocencia.
[8] René Goscinny fue uno de los guionistas de comic y escritor francés con mayor proyección en el mundo. Junto con el dibujante Albert Uderzo creó la serie Astérix. También es el autor de otras obras muy famosas como Lucky Luke, el Pequeño Nicolás y el Gran Visir Iznogoud. Para saber más http://www.goscinny.net/