Para quien lo quiera saber el término vasco proviene de vascón para hacer referencia los pobladores de un pueblo indómito que huye a las montañas inmediatas para no ser sometido, sojuzgado o esclavizado.
La película mencionada, bodrio donde los haya, es un claro indicativo del nivel intelectual de sus autores y una inequívoca muestra de que tratar de herir y destruir si fuera posible la esencia diferenciada vasca les sigue interesando sobremanera.
Qué gracia tan extraordinaria le encuentran a tener 8 apellidos vascos cuando son innumerables no los que tienen 8 sino que podrían acreditar 50 si fuera precios pero que en realidad a ningún vasco digno de ser así llamado le preocupa lo más mínimo porque ha sido así desde siempre. Por lo menos desde que se menciona el termino apellido. Para ningún vasco mínimamente inteligente y respetuoso no es ningún problema encontrarse o relacionarse con nadie que los tenga suecos o japoneses, haitianos o malgaches. Pero por estos lares sí, es muy duro de aceptar que los haya, que efectivamente esa muestra inequívoca de que este pueblo tiene sus signos de identidad.
Lo que no pueden digerir, sin embargo, para más INRI es que aquí a nadie se le juzga para nada por ello. A nosotros los vascos nos parece que es perfectamente identificable como vasco cualquier persona que se sienta como tal implicada en el proceso de la reconstrucción de este pueblo arrasado y no precisamente por casualidad.
Para cualquiera que se haya aproximado con un mínimo de honradez y respeto a nuestra realidad es evidente que no ha habido para nada la pretendida animadversión hacia nadie que haya venido a respetarnos en la misma medida que nosotros a ellos. Según todos los testimonios recogidos por activa y por pasiva de los aquí llegados, este territorio con aspiración a nación, negada, es con mucho la zona menos racista de todo el entorno con que se relaciona.
Pero la burla y el escarnio sobre los sometidos siempre es gratuita, pretendidamente objetiva, bien intencionada, desinhibidora y desopilante. Pero no cuela, se busca una y otra vez reírse en nuestra cara con la más absoluta de las desfachateces del pueblo vasco, con la colaboración inestimable de quien por distintas razones, ideológicas, económicas, políticas, de puro odio, envidia insuperable o de otra índole no tendrían inconveniente te ni tan si quiera en vender a su propia madre si así lo pidiera el guion para su pequeña porción de mierda – gloria.
Con la aquiescencia bobalicona de los que siempre encontraran graciosa cualquier cosa que se diga sobre nosotros porque su insuficiencia mental no les da para más son los tontos útiles del sistema, caldo de cultivo para contrabandear asquerosamente te un montón de tópicos sin fundamento ni base.
Pero como contra nosotros todo vale y tienen un sinfín de afines procuran mencionarlos a todos en cuanto pierden: Igartiburu, Argiñano, Zubizarreta…
Y más, mucho más de lo de siempre kale borroka, cocteles molotov, euskera, zulos, cerrazón, brutalidad, exageración, fanfarronería, ausencia de sexo, delirios de grandeza.
Pero de su heroica resistencia, de la pervivencia a la o largo de los siglos ante feroces enemigos aniquiladores, de su orgullo y de su dignidad, su capacidad de sacrificio, de su hospitalidad, de su grandeza en su sencillez, ni asomo. Para muestra un botón, hasta hace muy poco el testamento era conocido oficialmente en Argentina como palabra de vasco. Literal.
¿De dónde va y adonde viene entonces esta repugnante película? Ni más ni menos que a seguir la guerra sucia en el plano cultural mediático para que la guerra del norte tenga lo suficientemente engrasada la maquinaria para masacrar todo brote de asomo de lo que es cualquier seña de identidad de este pueblo milenario que no han podido -aunque sí querido- borrar de la faz de la tierra.