Alejados del viejo discurso izquierda-derecha, Podemos llega al escenario político hablando de los de arriba y los de abajo. Algunos medios de comunicación reprochaban al Movimiento 15M la ausencia de líderes. Ese recorrido parece haber llegado a buen fin con la llegada de Pablo Iglesias Turrión (Madrid 1978). Politólogo, opinador televisivo, joven de verbo vivo y look actual, sabe usar terminología de izquierdas con palabras que todo el mundo entiende. Reúne las suficientes cualidades como para abanderar el movimiento que en mayo de 2011 visibilizó en las plazas la indignación de muchas personas contra el viejo régimen.
Los partidos políticos europeos, nacidos para canalizar las inquietudes ciudadanas se revuelven cual dinosaurios incapaces de aportar soluciones en los tiempos de vacas flacas e internet. Conformados originalmente para llevar las inquietudes ciudadanas a las instituciones y para crear puntos de poder buscando en cada momento las mejores soluciones para los problemas sociales, hace tiempo que ya solo constituyen anquilosadas maquinarias luchando por mantener a flote sus acartonados aparatos de inspiración decimonónica y para defender sus parcelas de poder. Los políticos, la casta en palabras de Podemos, hace ya tiempo que priorizan sus intereses como partido a su misión originaria de vehiculizar las demandas populares. Sobrados de boato y palabras huecas, los partidos políticos, ya solamente sirven como refugio de chanchulleros, demagogos, conseguidores, arribistas y corruptos de distintos pelajes. La ciudadanía ya no se refleja en esos partidos políticos y cuando tienen la ocasión de opinar sobre ellos en las encuestas, lo más sueve con que los definen es como lastre social.
La estaca hace tiempo que estaba por caer, todo era cuestión de llegar a la ocasión propicia y las elecciones para el parlamento europeo marcaron el momento. La sensación de casta de lujo que transmiten los políticos del parlamento europeo, la inoperancia del mismo, el hecho de que se envíen a calentar esas poltronas a los políticos necesitados de jubilación dorada o a los expulsados del ámbito local para aparcarlos en Estrasburgo, además de los casos de corrupción a la hora de cobrar las dietas, sus ostentosos viajes en primerísima clase y sus astronómicos sueldos, añadido todo ello al hecho de que los parlamentarios europeos pueden elegir a dedo puestitos bien remunerados para acomodar a sus familiares y amigos, originan que las elecciones para ese parlamento parezcan más unas votaciones de medio mandato o un referéndum sobre la situación de los parlamentos de cada estado, que una contienda en la que las distintas sensibilidades políticas aprovechen para confrontar sus ideas. Para la ciudadanía estas elecciones se le presentan como una inmejorable oportunidad para castigar al poder nacional, experimentar con nuevas opciones políticas o simplemente para mostrar su indiferencia con esa Europa de la Troika que cada día a día arruina un poco más a la ciudadanía.
Podemos, versión cercana, o traducción por libre, del “Yes we can”, aun mostrando su origen en la indignación del 15M, nace de cero como organización política. Su presentación oficial cuatro meses antes de los comicios europeos provocó poca inquietud entre las vacas sagradas que la calificaron despectivamente como “perro flautas” políticos, o en palabras de Rajoy, como “un nuevo producto en el mercado electoral”. Al igual que la campaña de Barack Obama 2007 germinó en un sistema agotado al enfrentarse al sucesor de un Bush Jr. en horas bajas y empantanado en guerras coloniales, en el caso de Podemos, germina en un terreno con una “casta política de 1978”, desprestigiada por la acumulación de casos de prepotencia política y corrupción a nivel judicial, monárquico, político y de cuanto organismo toque poder. Un panorama en vías de descomposición a ojos vista. La crisis económica, en el caso de Obama era inminente, incluso se olía en el ambiente, pero para Podemos en cambio esa crisis hace tiempo que ya constituye una realidad en crescendo, acercándose ya a su primera década y con extensas capas sociales en caída libre hacia la pobreza.
¿Cuándo fue la última vez que votaste con ilusión?
Al igual que la campaña de Obama, Podemos ha sido capaz de entusiasmar a la gente, de mostrarle la posibilidad de salir del túnel por medio de la acción y del voto. Internet, WhatsApp, Twitter, Facebook, Telegram, You Tube o incluso hasta los SMS son los nuevos Speaker’s Corner digitales que permiten a cualquier ciudadano expresarse, confrontar puntos de vista, comunicar sus inquietudes a una audiencia digital, mostrar su indignación, crear comunidad y en definitiva ser tenidos en cuenta. Tanto Obama como Podemos entendieron ese potencial y lanzaron campañas en las que cada individuo podía irradiar su apoyo y crear actividades autónomas que aglutinaran a los Robinsones dispersos por la red. Otro elemento importante de ambas campañas fueron las aportaciones económicas, que indiferentemente de la cantidad aportada, ayudan a generar sensación de pertenencia a una comunidad en acción. Los fondos para la campaña reunidos por medio del crowdfunding, herramienta decisiva de micro aportaciones en la que cada cual colabora según sus posibilidades, constituye una excelente forma de financiar las ideas en las que se cree. Ver luego en You Tube el agradecimiento del líder por las contribuciones económicas a la campaña acaba por cerrar el círculo de gratitud.
El hecho de que la persona que lo desee puede revisar la contabilidad de Podemos en la web, aumenta todavía más el mensaje de transparencia de este movimiento. Por si fuera poco, las personas que van en las listas de Podemos hacen pública su renuncia a los grandes sueldos, prebendas y subvenciones inherentes al cargo de parlamentarios, no pudiendo percibir por su trabajo más allá del equivalente a tres salarios mínimos (algo menos de dos mil euros al mes). En definitiva se otorga a los individuos la capacidad para colaborar en la campaña y comprobar la limpieza de la misma, algo que los partidos políticos tradicionales nunca hicieron y jamás harán.
Lejos quedan aquellos tiempos en los que los partidos tradicionales llamaban a sus militantes para pegar carteles, repartir pasquines o acudir a actividades. El resultado de las campañas era la suma de las contribuciones de los militantes que formaban el partido. La actual profesionalización de las campañas deja a los individuos cual simples espectadores cuyo aporte al éxito o fracaso se reduce a introducir una papeleta en una caja de plástico. Podemos devuelve a la ciudadanía a esos tiempos, le pide ayuda, la canaliza y finalmente comparte con ella el resultado. Desde Podemos se han potenciado los 400 Círculos Podemos. En su web marcan las pautas y cuelgan el material visual y sonoro para que cualquier persona que quiera los utilice para propagar el mensaje de Podemos. En todo momento se potencian los grupos descentralizados y auto organizados encargados de buscar su propia financiación que les servirá para preparar sus propios actos electorales. De pronto entendemos que la política realizada por los partidos a espaldas de la ciudadanía ha pasado a constituir un vestigio del pasado.
Si usáramos una lente de aumento descubriríamos que el perfil de Podemos lo conforman jóvenes desencantados nuclerizados principalmente entre 25 y 35 años, que alguna vez participaron en asambleas del 15M y entienden a la perfección de qué se trata cuando se menciona el 1%. Desempleados o trabajando en precarias condiciones y laborando en servicios o en posiciones de tipo funcionarial, pero con poco interés por la creación de empresas propias. Se ubican alejados de la posibilidad de usar corbata y más todavía, de emocionarse ante las marchas militares o patrióticas sazonadas de rojigualdas, cuyos colores son incapaces de levantarles. Tricolores, tercera republicanos y arreligiosos en su mayoría, se identifican con los desaparecidos a los que el poder emanado de los acuerdos de 1978 todavía tienen abandonados bajo las cunetas. La familia real, Rouco Varela o Emilio Botín conforman el cogollo de su hit list, que continua con una larga y poblada legión de banqueros, troikeros, políticos, presentadores de televisión y un largo etcétera. Se declaran hartos de que una minoría “mafiosa” maneje el poder como si de una propiedad se tratara.
La irrupción ganadora de Podemos en las elecciones europeas le permitirá disponer de visibilidad en los medios de comunicación sin tener que administrar poder, le quedan por delante doce meses en los que representan a una fuerte corriente de contestación al poder ejercido por la casta del 78, pero en los que no tendrán que mancharse restregando poder. Ese tiempo les permitirá afianzar su mensaje antes de presentarse a las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2015. En un panorama en el que el PSOE ya solamente cuenta con el feudo andaluz y el PP las Castillas del centro peninsular y poco más, empoderar a los ciudadanos con inquietudes políticas, inquietudes que no han tenido la posibilidad de canalizar por medio de los partidos de viejo cuño y tenr tiempo para poder hacer las cosas de otro modo, le abren a Podemos un panorama ilusionante si descubre cómo solucionar el nudo gordiano del centrifugismo periférico en el estado que Pablo Iglesias Turrión denomina un “país de países”.