En el caso de que el octogenario presidente Bouteflika no presente su candidatura hoy domingo 3 de marzo, el escenario que parece más plausible sería un aplazamiento de las elecciones en Argelia. De mientras, la policía ha reprimido con dureza las multitudinarias manifestaciones que están teniendo lugar en las principales urbes del país. Se adivina una primavera argelina, toda vez que el país pasa por una etapa de desgobierno.
Mientras la calle se hace cada vez más fuerte, El único que todavía podría tener la situación en sus manos es el jefe del ejército, Gaid Salah. En las últimas semanas, se había mantenido fiel al presidente Bouteflika. Si este no se presentara, Gaïd Salah podría maniobrar para organizar «la transición». El clan Bouteflika que controla el país, parece desmoronarse.
El viernes 1 de marzo, después de la oración, 80.000 personas se manifestaron en Argel, contra el quinto mandato del presidente Bouteflika, hospitalizado en Ginebra. A sus 80 años, agotado, incapaz de moverse, Bouteflika, como un personaje de García Márquez pretende retener el omnívoro poder que ha retenido con mano férrea durante más de tres décadas.
El clan presidencial, dirigido por el hermano del jefe de estado, Said Bouteflika, ha usado todos los medios posibles para permanecer en el poder. Una conversación filtrada en las redes sociales entre dos tenientes de los hermanos Boutefllika, el jefe de los jefes Haddad y el jefe de campaña Sellal, revela la tentación de esta camarilla de recurrir a la represión y la violencia.
Nadie puede adivinar la posible «transición» argelina. La sociedad argelina está muy atomizada. La oposición al régimen no está en su mejor momento. Se divide entre movimientos islamistas, ampliamente reprimidos durante el reinado de Bouteflika, una sociedad civil sin relevos importantes, un movimiento de la cabila en busca del verdadero líder tras la desaparición del emblemático Ait Ahmed y, finalmente, algunos políticos respetables, pero sin ningún arraigo social.
Se citan nombres del establishment en los mentideros, a veces meros señuelos para ganar tiempo o engañar al oponente. Los últimos «papables» podrían ser Said Bouhadja, ex presidente de la Asamblea del FLN y Ramtane Lamamra, ex ministro de Asuntos Exteriores. El primero cuenta con el apoyo del ejército, y el segundo tiene simpatía entre los franceses y los estadounidenses.
El pueblo argelino sabe lo que ya no quiere, un quinto término para Bouteflika. ¿Logrará ganar una votación justa el 18 de abril? ¿Se abre una revolución de terciopelo o una destitución popular? Es aventurado saberlo. Los cañones apuntan en todas direcciones.