Ha vuelto a ocurrir. El yihadismo ha colocado bombas en Europa, esta vez en Bruselas. En el inicio de la primavera una planta explosiva de tres pétalos dispone el horror en el aeropuerto internacional y el metro de la ciudad.
Yo, a cientos de kilómetros, hago lo de todos los días. Voy y vengo y me quedo quieto. Pienso que quizás tengan razón quienes sentencian que en los estados de emergencia las normas democráticas no se pueden cumplir. Libertad y seguridad. ¿El binomio imposible? Ya lo decía Spinoza, con otras palabras, claro, el deseo de vivir se impone. Conatus, amigo, conatus.
Emergencia continuada: Nueva York, Londres, Madrid, París, Bruselas. La democracia se va de licencia sabática. En esta situación, en la que se encuentra uno de mis sucesivos modos de ser, revuelvo recortes guardados de periódicos. Encuentro uno de Juan Goytisolo que me limitaré a transcribir en resumen posible. Porque como proclama un eslogan publicitario de Carrefour “Todo hay que tener en cuenta”. Hay que tener en cuenta las semillas del actual yihadismo.
Lo ocurrido en Bruselas es un horror que experimentan a diario sirios, iraquíes y afganos que buscan refugio en Europa.
Pensar que cuanto ocurrió en los noventa no iba a pasarnos factura equivale a vivir en otro planeta. El inicio de la radicalización de las sociedades musulmanas se remonta a 1979 (año de proclamación de la República Islámica de Irán y de la desastrosa intervención soviética en Afganistán).
Este es el embrión de una futura planta de rizomas que se extendió en los atropellos de los años noventa en Chechenia, Afganistán, Argelia o Bosnia y la difusión a golpes de petrodólares del fundamentalismo Wahabí.
La guerrilla chechena se deslocaliza y se extiende por el norte del Caúcaso mientras más de cuatro mil miembros de ella, radicalizados por la represión sangrienta de la que son objetos, se alistan en las filas del autoproclamado califato islámico.
Goytisolo, corresponsal de prensa en aquella época, asiste a la emergencia de los futuros movimientos yihadistas fruto de la limpieza étnica en Bosnia, creada por la política de no intervención de la ONU. Recorre Argelia tras la ascensión del FIS y el golpe de estado que abortó su victoria electoral en 1992.
Ahora en Europa viven veinte y pico millones de musulmanes. En la mayoría de los estados europeos germinan los partidos equivalentes al Frente Nacional Francés que son paradójicamente aliados objetivos del Daesh en su designio de apuntar a estos musulmanes europeos con el dedo. De este modo encuentra la propaganda yihadista un terreno abonado en que se sienten discriminados por el discurso social dominante.
Pero esto no explica por sí solo el macabro fenómeno, los yihadistas matan más musulmanes que europeos.
Quede aquí esta copia resumida de un recorte de periódico. Opinión de Juan Goytisolo.
Como tengo que hacer unos recados, entraré en Carrefour. No lo hago normalmente, pero ese anuncio que he escuchado en la radio y que me ha obligado a tener más cosas en cuenta, me inclina a ello.
Adiós, que tengo que hacer la lista de la compra.
Kafir