¿En qué terraplén el amor cae en la suave pendiente de la sumisión cegadora? En qué ciénaga el abandono interior en pos de quien se ama inunda a quien ama. La joven Sylvia se entrega a Andreas hasta la nulidad existencial. Andreas se entrega al trabajo. Son una pareja con miedos: de no ser más que una pareja, de llegar a ser una familia, con el miedo de saber que están dejando de ser. Y en un viaje que realizan juntos, todos los engranajes de su feliz y monótona relación van a saltar en añicos segundo a segundo. La editorial Hoja de lata rescata de nuevo la magnífica prosa de Marie Luise Kaschnitz en El amor comienza. La joven Sylvia está hecha de miedos. La asaltan como olas en pleamar. Y entre la angustia de verse invadida y el abandono a veces masoquista de sentirse rechazada por el hombre al que se entrega hasta anularse, Sylvia rompe por momentos las cadenas emocionales que la subyugan. El viaje que los jóvenes hacen a un país meditererráneo de luces limón, gris tergal y mar bravo es al mismo tiempo un viaje al interior de sus miedos y roles autoinculcados.
El amor comienza es al mismo tiempo muchas cosas, además de sobre todas ellas una obra maestra literaria. Ahora que en nuestras sociedades se cuestiona de nuevo los roles sociales de hombres y mujeres, la obra de Marie Luise Kaschnitz mira en el alma de la mujer para interrogar si es el amor un instrumento dañino. Solo que Marie Luise realizó esta audaz mirada hace nada menos que 80 años, treinta años de la década de los 60 con sus liberaciones políticas y sexuales.
Hay algo que sobrecoge a un tiempo y aterra al otro en Kaschintz. Y sobre todo revuela la posibilidad inmediata de una redención imposible que como nubes a gran velocidad pasa una y otra vez sin quedarse. Sylvia contra sus miedos propios y a los impuestos, su amor total, frente al alejamiento del convencional y torturado Andreas; los dos frente a un paisaje que representa lo salvaje luchando frente a lo ordenado por el hombre.
Marie Luise Kaschnitz no da respiro ni tregua. Su mirada cristalina y atenta a los más profundos detalles no libra al lector de la incesante angustia de Sylvia y el tortuoso camino interior de Andreas. Todo cae como rayos de una tormenta. Qué es la fidelidad, para qué y desde donde el amor, la unión de dos personas y hasta dónde la entrega. Sylvia reivindica que todas las etapas de la vida no tienen cosas buenas para mujeres y hombres: «los años en los que no se ama o no se es amada, son años perdidos». Porque ellas «Tienen que transformarse, y si por alguna razón, un estadio no puede suceder a otro, entonces se marchitan o se quedan escondidas, y como un muñeco mecánico repiten durante toda su vida las mismas palabras, las mismas opiniones, los mismos movimientos, que tendrían que haber sido reemplazados por otros mucho tiempo atrás».
Para liberarse de su brutal dependencia, en teoría de Andreas, Sylvia tendrá que luchar consigo misma. Toda liberación se libra en el interior de cada persona. Es imposible no estar cerca de Sylvia, no darle la mano que ya no sujeta la de Andreas. El amor elevado a la categoría de universal es un minúsculo pero efectivo campo de concentración, rodado de caricias de espino.
Algo trágico va a sucederles a Sylvia y Andreas.«mas nosotros proveníamos de una tierra en la que frecuentemente la luz se elevaba sin fuerza cada día sobre el horizonte, como si se tratara de una estrella difusa. Cómo nos dolía lo que no habíamos vivido hasta ahora, y qué sensación teníamos de estafa». La fuerza en movimiento de la tierra del mediterráneo que visitan Sylvia y Andreas es la antitesis del amor varado de pareja que representan ambos.
Traducido por Santiago Martín Arnedo, y editado por Hoja de lata, este libro de Kaschnitz se hace indispensable y paradógico. Nos habla desde hace 80 años. Con el corazón compungido, leer El amor comienza es adentrarse en una resplandeciente catedral de tonalidades policromadas. La prosa onírica en momentos y lírica en otros de Marie Luise Kaschnitz nos pregunta acerca del sentido, del verdadero, sentido de la vida ¿El amor nos redimirá?