El libro King Corp. El imperio nunca contado de Juan Carlos I, escrito por los periodistas José María Olmo y David Fernández y publicado por Libros del KO es la radiografía más actual de la Corona española. Puede parecer que trata más bien de las consentidas tropelías del jefe de Estado Juan Carlos I de Borbón durante cincuenta años. Es, sin embargo, un objetivo retrato apoyado en datos e investigaciones, por supuesto realizadas en un país ajeno, del modus operandi fraudulento del monarca y su familia, que contó con el fundamental apoyo de todo el Estado – desde las élites política y empresarial, pasando por los servicios de inteligencia y el pretendido poder independiente de los jueces y fiscales -. Juan Carlos I fue el mayor comisionista ilegal de su propio Reino. Trabajó durante décadas como lobista y lavador de la imagen de los reinos teocráticos del Golfo, algunos de ellos implicados directamente en la promoción del terrorismo salafista que golpeó a España en 2004. Cobró multimillonarias comisiones desde 1976 y ha levantado a su alrededor una estipendiosa fortuna fundamentada por el capricho zafio – 400 relojes de 400.000 euros de media, un parque de coches de lujo sin calcular, escopetas únicas valoradas en 300.000 euros, por citar solo alguno de los caprichos –. Ha sido, al mismo tiempo, el mayor evasor fiscal del país, con la anuencia del propio Estado. La paradoja se daba en que la imagen del rey y su familia descansaba sobre la falsa apariencia que la Casa Real proyectaba hacia la sociedad española a quien se la consideraba poco menos que infantil. Los pilares de la monarquía y el Estado han sido la mentira – los reyes vivían separados desde la lejana fecha de 1976 –, la ilegalidad – el sistema de sociedades opacas en paraísos para esconder las comisiones del Rey –, el ocultamiento de la verdadera financiación ilegal de la Corona – el dinero venía a través de testaferros en maletas o bolsas desde Andorra al mismo palacio de La Zarzuela –, y la hipocresía cotidiana – los amoríos extramaritales mientras Zarzuela y los medios proyectaban una casquivana imagen de tradición católica moderna –.
Hay aún algo más preocupante en este gran trabajo que resume el libro. Asombra la campaña de silencio que los grandes medios han hecho del libro. Y la estrategia que un director de comunicación de La Zarzuela urdió para acabar con el medio donde trabajan y publicaron los autores parte del material que se explica en el libro.
Es comprensible esa actitud inquisitorial y autoritaria. La monarquía en España es un tigre de papel simbólico. Y hay un acuerdo para salvaguardar a toda costa la imagen de Felipe VI, como si este no fuera un miembro de la Casa Real que se ha visto beneficiado – con cuentas también a su nombre – de la financiación ilegal ideada por Juan Carlos I.
King Corp.El imperio nunca contado de Juan Carlos I no contiene ni un solo adjetivo calificativo. Su lectura, más que recomendable, imprescindible, lleva a una sosegada línea de debate en la que pueden coincidir desde los liberales monárquicos hasta los escépticos o contrarios , y en el que no es necesario el debate ideológico, porque este ni viene al caso. ¿Es útil la monarquía para España? ¿Es beneficioso para el propio Estado que una de sus patas se fundamente en este sistema de corrupción en todos sus niveles?
Respuestas de silogismo retorcido saldrán a evitar el debate: con sus comisiones en los países del Gofo y otros lugares, el Rey hizo ganar dinero a empresas españolas y estas a la economía española. La falsedad de tal hipótesis salta a la vista. El beneficio empresarial, cuando lo hubo – pues se quedó mucho dinero en el camino sin haber contratos –, revirtió en escasos propietarios de grandes adjudicatarias españolas. Pero el primordial beneficiario fue el monarca emérito.
La moderna España ¿merece tener una monarquía salida de las páginas más tenebrosas de El otoño del patriarca de García Márquez o La fiesta del chivo, de Vargas Llosa? La cultura de la coima, de la delincuencia soterrada y las apariencias, de la corrupción nacional – “España y yo somos así, señora” –, los negocios de familiares de la monarquía, los testaferros, afecta a todo el Estado, y en él incluido a todo el sistema político y sus tres exhaustos y tuertos poderes.
Desvela el libro ciertas anécdotas que evidencian que hasta qué punto es tabú la decadente Corona española. La oposición pretendidamente republicana, el partido Podemos, rehusó personarse como acusación popular cuando la Fiscalía se mostró conniventemente remolona tras hacerse público el fraude de Juan Carlos I, cuantificado en casi un centenar de millones de euros en cuentas opacas suizas.
Asombra cómo en cada página de este libro aparecen los personajes más sórdidos, ofreciéndose a Juan Carlos o siendo solicitados por este como testaferros que puedan mover su dinero a través de paraísos fiscales. El papel del controvertido comisario Villarejo que explicado en el libro bajo un prisma clarividente: cayó porque había en el seno de los servicios de Inteligencia una guerra en la que el malogrado y chapucero director del CNI y escudero de Juan Carlos I, Sanz Roldán se enfrentaba al comisario Villarejo. La caída de Villarejo, urdida por el CNI, pretendía hacerse con las grabaciones que este había hecho a Corina, la amante del monarca.
No pasan de largo por estas páginas la clase empresarial del pelotazo español ni la vieja burguesía catalana encarnada en el señor Cusí, que atribularon y agasajaron al Rey mientras obtenían siempre algo de él.
No es de extrañar que en plena campaña electoral en España ni las derechas ni las izquierdas en todo su monocolor abanico osen pronunciar una palabra acerca de la institución monárquica. La omertá nacional.
King Corp. El imperio nunca contado de Juan Carlos I. José María Olmo y David Fernández. Libros del KO, 2023. 368 páginas. 22,90 euros.