Nadie sonríe. Ninguno de los miembros de esta familia tiene motivo alguno para sonreir. Huyeron de los más atroces crímenes del gobierno de Birmania y las milicias. Pertenecen a la etnia rohinyá. Vagaron durante cientos de kilómetros tras ser bombardeadas sus casas por el ejército. Cruzaron la frontera hasta quedar sin pretección alguna en un terreno de nadie en la frontera con el convulso Bangladesh. Esta fotografía la tomó Shahidul Alam en 2017. Está tomada en el refugio contra ciclones en Teknaf. Lo más banal es romantizar, con la incredulidad de clase media, la desesperación y la tragedia de los más miserablemente pobres zaheridos por los desastres aparentemente naturales y los diseñados por el estado. El mundo occidental vive como el mayor de los dramas posibles la pandemia del coronavirus. De mientras, de un tiempo mucho anterior otros pueblos, y por causas bien concretas y hasta planificadas, perecen
Los rohinyás son probablemente la etnia más ferozmente perseguida del planeta. La fotoperiodista KM Asad retrató el éxodo de los rohinyás en septiembre de 2017, publicada por la revista 5W. Cerca de medio millón de personas se hacinan desde entonces en eufemísticos campos de refugiados. Bangladesh no desea a los rohinyás. Volvamos a la fotografía de Shahidul Alam.
Shahidul Alam es un fotógrafo que fue encarcelado por el gobierno de Bangaldesh poco después de hacer esta fotografía. Había hecho otras muchas antes. En ellas refleja algo más que la vida de las personas. A través de cada una de esas instantáneas hay una corriente que toca a quienes las miran. Es un poderoso aire que pregunta a bocajarro la necesidad de hacer algo frente a la injusticia o el abuso.
El arte tiene una lengua política. Por eso Shahidul Alam fue detenido y hacinado también durante meses en una cárcel de Bangladesh. ¿Qué han hecho los rohinyás para convertirse en el enemigo más odiado para el estado de Birmania? Después de que fueran noticia hace casi un año, el gobierno de Bangladesh quiere hacinarlos en una isla que sufre los azotes de ciclones.
El trabajo de Shaidul Alam ha sido publicado por Steidl bajo el título de The Tide Will Turn. «Llevo años buscando las historias ausentes», dice Shaidul en el prólogo del libro.
«La marea girará, y las personas anónimas y sin rostro se alzarán. Se alzarán contra toda la maquinaria estatal”, escribe Shahidul a Arundhati Roy, la escritora india, desde la cárcel en noviembre de 2018.
Existe un paralelismo entre la mirada de Shahidul Alam y Arundhati Roy, de la que Anagrama publica ahora Mi corazón sedicioso, el compendio de artículos y reportajes. Existe entre la India y Bangladesh un común de conflictos territoriales. Sus élites impregnan de un nacionalismo clasista y jerárquico la vida social. La desigualdad y la concentración de la riqueza abren las venas de estos países, y poblaciones enteras vagan víctimas de una progresiva política en favor de la construcción de grandes presas. Como colofón o como un pegamento necesario para este estatu quo, reina en ambos países una represión de la disidencia y el pensamiento que recuerda los conflictos no solventados en el nacimiento de ambos páises que pretendía emanciparse del nacionalismo colonial y el autoritarismo en favor de un progreso subyugante y expansivo.
Por eso el trabajo de Shahidul Alam es esclarecedor y al mismo tiempo insta a la acción: «La marea tornará».