En la madrugada del 3 de marzo, las sombras que se avalanzaron sobre Berta Cáceres debieron haberse encontrado con los guardas. Pero no había guardas – ¿por orden de quién? y ahí también hay sombras-. Así que quienes irrumpieron en su humilde casa en La Esperanza, a 200 kilómetros de la capital de Honduras, tuvieron