Tenían los ojos reventados, las manos rotas, heridas y hematomas causadas por las patadas en sus caras, pecho y piernas. Los golpes de los guardias urbanos de Barcelona fueron innumerables aquella noche del 4 de febrero de 2006. Así estaban Juan, Alex y Alfredo. Y la forense que los mira recomienda su traslado al hospital.