El 6 de diciembre las calles de La Paz y otras en el interior de Bolivia vivieron un paro de servicios convocado por los Comités Cívicos, algunas federaciones de maestros, la Central Obrera Departamental de Chuquisaca y otras organizaciones. Reclaman que Evo Morales acepte el referéndum que perdió en 2016 – 51,4% de votos válidos en contra y 48,6% a favor – por el que no podrá presentarse por cuarta vez a la presidencia del país en 2019. En 2017, el presidente consiguió una sentencia del Tribunal Constitucional anulando el referéndum. El Tribunal Electoral autorizó hace escasos días ratificó la posibilidad de que Evo Morales pueda volver a presentarse. Bolivia no se paró del todo el 6 de diciembre, pero en el país hay un manifiesto y creciente desencanto social. Según las encuestas, el 75% de la población boliviana se opone a la reelección de Evo Morales
Las organizaciones convocantes del paro denuncian que tanto el tribunal Constitucional como el Electoral deben la elección de sus miembros al MAS, partido de Evo Morales. La nueva ley electoral, añaden, establece una serie de «elecciones primarias», «con requisitos totalmente anti-democráticos, ya que impiden en los hechos que se presenten partidos de izquierda o de los trabajadores».
La marejada de fondo que sacude Bolivia viene de lejos. Las organizaciones de derecha apoyan las movilizaciones y los paros convocados por organizaciones obreras. A pesar de contar con un «gobierno del socialismo del siglo XXI», Bolivia aún está lejos de resolver los principales problemas del pueblo trabajador y campesino. La insurrección popular de 2003 contra el gobierno de Sánchez de Losada exigía la llamada «agenda de octubre», cuyo punto principal era la nacionalización y expulsión de las multinacionales del gas, y que con ese excedente económico se crearan fuentes de trabajo. Hoy las transnacionales tienen la propiedad de los yacimientos de gas y minerales. También de los latifundios destinados a la agroindustria. Aunque el campo ha exprimentado mejoras, éstas no han acabado con las migraciones a las ciudades. La bajada de los precios mundiales de minerales y gas ha provocado que Bolivia también aplique sus políticas de ajuste liberal. Gran parte del apoyo de las clases populares a Evo Morales se está quebrando por todo el país.