Mientras el mundo observaba en 1989 cómo caían las piedras del muro en Berlín y los pilares del crecimiento occidental, un grupo de apenas cinco utópicos decidieron levantar las caídas en Torri Superiore, una italiana villa medieval del siglo XIII, en el municipio de Ventimiglia, desierta desde finales de los años 50, enclavada entre los anchos y abruptos pies de Los Alpes y la costa lígure. Reconstruyeron on arduo trabajo comunitario lo que es hoy una ecoaldea basada en la economía del don y la permacultura, referente en Italia y germen de una extensa y creciente red italiana de villas ecológicas.
Lucilla Borio recuerda el aspecto que presentaba la empedrada villa cuando el grupo del que formaba parte comprendió la idoneidad para llevar a cabo la experiencia comunal: «De los 162 hogares totales, menos de diez eran usados como segundas viviendas y dos pequeñas habitaciones eran la casa del último valeroso habitante que nunca quiso abandonar el pueblo”. Lucilla tenía 31 años y Torre Superiore, 700. Era sin duda el lugar en el que aprender. «Nos sentimos magnéticamente atraídos hacia este legado del pasado».
En 1989, el grupo de apenas cinco personas constituye la Asociación Cultural Torri Superiore. A través de ella, en un proceso arduo y largo, adquieren a los cerca de cien propietarios que tenían registradas propiedades o herencias. las maltrechas casas que entre la maleza abrupta se hallaban las más huérfanas de muros, vigas y pilares. Para el grupo comienzan dos tareas a la par: por un lado, dar coherencia a los valores autogestionarios de vida; por otro, la rehabilitación. “La renovación de la villa trajo enormes retos desde el principio. La complejidad de la construcción primitiva nos llevó 3 años observar, estudiar y comprender qué queríamos exactamente construir”, recuerda Lucilla. Desde el inicio, deciden respetar integralmente la esencia de la villa, reconstruyendo los muros exteriores e interiores con piedra local – de pizarra, abundante en la cuen ca del rio-, rechazando maderas tropicales para puertas o ventanas, aplicando suelos de terracota. Fueron «condiciones no negociables» para los proveedores locales con los que colaboran en los primeros años.
Un camino o una alternativa?
Se establecen como una comunidad de personas comprometidas «con una vida sostenible a varios niveles: ecológico, económico, social, cultural y espiritual”. La ingente tarea de la reconstrucción acaba por definir tareas. «A lo largo del tiempo, empujados por la necesidad y también por la curiosidad personal, hemos aprendido a hacer todo aquello que era necesario, y trabajar dentro de la ecoladea, algunos (una exigua minoría, en no sólo en el sentido manual. Desde el estudio del pueblo a la proyección de los espacios (junto con un grupo de técnicos muy abiertos y dispuestos a escuchar nuestras ideas, a veces realmente extrañas), a la creación». Otros miembros tienen su ocupación fuera de la ecoaldea.
La iniciativa de estos jóvenes urbanitas como Lucilla acabó atrayendo a otros provenientes de Alemania. Con el paso del tiempo cada año a personas de los más recónditos rincones europeos. ¿Es esta una posibilidad microscópica? Lucilla contesta que “las ecoaldeas no son “paraísos aislados” abiertos únicamente a unos pocos elegidos, sino laboratorios, muy a menudo tumultuosos y contradictorios, de buenas prácticas cotidianas estrechamente ligadas a las necesidades específicas del lugar y de las personas, en el contexto más amplio de la crisis eco-socio-económica a nivel planetario. En resumen, un intento práctico de actuar localmente pensando globalmente, por utilizar un slogan un tanto manido”.
Cuando pisamos sus intrincados cantones agrestes, convenimos deternos, a pesar del frío otoñal que parece deslizarse y ronronear como un gato silvestre. Estos muros levantados, firmes hoy, toda la pequeña pero esplendorosa villa, esconden un trabajo ingente a lo largo de los años. Su viveza ha requerido el esfuerzo colectivo. ¿Cómo afrontar el cansancio, el desencuentro? «Nos servimos del yoga y el shiatsu para dar alivio a las espaldas doloridas, autoproducimos jabones y cremas para uso interno, nos cortamos el pelo los unos a los otros, y bebemos un té«.
La proporción, el «tamaño» de la experiencia no cuestiona su validez. Desde el principio, para sus cinco primeros impulsores, Torri Superiore era más cuestión de un no tamaño, de una posibilidad lo más cercana y en posibilidad a cada uno de sus participantes. Quizá sea esa la explicación de su actualidad: la necesaria proporción frente a un determinado tipo de estructura necesaria.
Para sus integrantes, Torri Superiore no tuvo como objeto ser la alternativa a superestructura alguna, sino la experiencia activa necesaria de quienes la impulsaron. “Somos apasionados de la agricultura, de nuestros huertos, los olivares, los frutales, la crianza de pequeños animales de granja, hemos aprendido a cocinar para grupos de hasta 80 personas, haciéndonos en casa el pan, el yogur, la mermelada, el queso».
Equilibrio
El principio es la sustentabilidad. Desarrollar un ejercicio cotidiano fuera de la lógica de la transacción, sustituyéndolo por la reciprocidad: dar, recibir, cambiar. Antropólogos como David Graeber dirían que es un experimento de volver a los modelos de economía humana (1) Son un ejemplo, los 16 habitantes de Torre Superiore en la actualidad, para numerosos colectivos de todo el mundo. Explica Lucilla, que reciben “residentes y los centenares de visitantes, huéspedes, voluntarios, cursillistas que se alternan cada año». La Casa de Vacaciones concentra la principal actividad económica de la ecoaldea, recibiendo la visita de cientos de personas de diferentes paises interesados en lo que Lucilla denomina «desarrollar competencias específicas sobre la proyección en permacultura, sobre las dinámicas de grupo, sobre aspectos legales y financieros, sobre leyes del empleo y las normativas europeas para los locales públicos».
Fuera de sus muros, su huerto y del frondoso valle de Bevera, Torri Superiore ayudó a fijar un modo cualquiera entre otros muchos posibles de recuperar, crear una alternativa – entre otras miles posibles -. Su posibilidad ha dado origen con el paso de los años a la extensa red de ecoaldeas que se diseminan por todas las regiones italianas.
Cae la noche sobre Torre Superiore. Como un rumor venido de todo el valle Bevera, el frio que avecina las primeras nieves choca contra los robustos muros . De estos edificios que abren sus ojos amarillos para mirar desde sus más de 700 años, sale una voz: un nuevo mundo es posible porque lleva mucho tiempo en marcha.
[ilink url=»http://www.youtube.com/watch?v=mghIJdP64OU»]Vídeo Torri Superiore[/ilink]
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Notas:
(1) David Graeber, En Deuda. Una Historia Alternativa de la Economía. Ariel 2012
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