Campos de colza, trigales, casas de diseño moderno a lomos de la costa, masías centenarias. El paisaje que recibió a Truman Capote era distinto. Leila Guerriero lo imagina llegando por el sendero de tierra atravesando el bosque hermético, encontrando la austera casa, con el mar bestial tan cerca, las rocas como animales jurásicos y ni un alma al otro lado del viento tramontano. Nada que atisbara el dramatismo que sucedería mucho tiempo después. Capote vino a la Costa Brava a luchar contra otros vientos, el de acabar la obra que habría de encumbrarle y a convertirse en el mejor de los autores vivos norteamericanos. Pero en su interior, una tempestad comenzaba a gestarse.
El rastro de Capote que sigue como si fuera una forense febril Leila Guerriero, está lleno de sombras espectrales. Todo sobre el escritor son variaciones orales que han mutado durante sesenta años. De las estancias en Saniá y Palamós, sobrevuelan relatos que se convierten en una paradoja fantástica: una larga lista de sketches ficcionados sobre el autor que consideró haber inventado la novela de no ficción. La búsqueda de Leila Guerriero en este su último libro, La dificultad del Fantasma. Truman Capote en la Costa Brava, publicado por Anagrama, indaga sobre cómo compuso Capote la celebrada A Sangre Fría. Y va más allá al meterse en el proceso creativo mismo de Capote.
1962. Capote, el escritor, sabe que tiene una gran obra. Necesita para terminarla invertir el proceso natural del arte: que la realidad se adecúe al final que él necesita. Y lo que está esperando mientras se sienta a escribir con dedicación espartana frente a esta cala es dos sentencias a muerte. O, dicho de otro modo: que las apelaciones de los dos protagonistas de A Sangre Fría lleguen a su fin, y sean ejecutados. Sangre fía.
Richard Hickcock y Perry Smith habían viajado 500 kilómetros para asesinar el 14 de noviembre de 1959 a toda la familia Clutter. Había ocurrido en el pueblo de Holcomb, en las elevadas llanuras trigueras del oeste de Kansas, una zona solitaria que otros habitantes de Kansas llaman “allá”.
Capote viaja a Holcomb una y otra vez. Habla con unos y otros, reconstruye, sospecha, vislumbra los espectros de lo ocurrido. De repente ve la luz cegadora de la verdadera historia, los dos autores del crimen. Decenas de periodistas y escritores viajaron a Holcomb. Solo Capote fue capaz de escribir A Sangre fría. El éxito sería el fatal viento de tramontana que tantas veces vivió en la Costa Brava. A Sangre Fría vaciaría el torrente creativo de su autor hasta el extremo.
Se celebra este año el 100 aniversario de su nacimiento. Se reeditan sus títulos insignes y libros de entrevistas o epistolarios. Capote fue un adoptado enfant terrible de la acomodaticia liberalidad norteamericana. Ofrece como protagonista de su propia carrera ángulos muertos y una precoz caída al abismo. Los rastros que Leila Guerriero encuentra al fin en su estancia en la Costa Brava permiten descubrir a un Capote fuera de su propio mito y del mito con el que le miró todo el mundo, antes y después de escribir esa obra maestra que es A Sangre Fría.
La dificultad del Fantasma. Truman Capote en la Costa Brava. Leila Guerriero. Anagrama, 2024. 132 páginas. 12,90 euros