Tal día como este 5 de mayo de hace 200 años, nacía Karl Marx. Y es posible que se quede con la humanidad para lo que queda de existencia de esta. A Marx lo entierran diariamente los hujieres y conserjes del estatus quo; también los idólatras. Pero de tanto morir, el muerto está más vivo que muerto. Ha sido en los últimos tiempos en los que la revolución parece haberse convertido en un fetiche de celebraciones del consumo. Este año de 2018 es el aniversario de todas las revueltas que se dieron en 1968: París, Praga, México, Tokyo, Chicago… En los últimos años se está recuperando a Marx. No desde los altares de la ortodoxia. Hay un intento por recuperar análisis del joven y del maduro Marx que ayuden a comprender los mecanismos ocultos del capitalismo. podríamos decir que se trata de descubrir al Marx esotérico. Anselm Jappé lleva publicados en la editorial Pepitas algunas de las más interesantes aportaciones: el fetiche del valor y el fetiche de la mercancía. Jappé recata el análisis comprensivo y apto para todos con vista a poder librarnos de ambos fetiches que son los que hacen que el sistema capitalista perviva no sin la colaboración colectiva.
«Lo misterioso de la forma de mercancía consiste, pues, sencillamente en que les presenta a los hombres, como reflejados en un espejo, los caracteres sociales de su propio trabajo como caracteres objetivos de los productos mismos del trabajo, o como unas propiedades sociales inherentes a la naturaleza de esas cosas; de ahí que también la relación de los productores con el trabajo total se les presente como una relación social entre objetos que existe fuera de los productores» decía Karl Marx en el capítulo ‘El carácter de fetiche de la mercancía y su secreto’ de su Capital.
Doscientos años de Marx. Las caídas de mausoleos, muros, y partidos que hace 200 años abrazaron una cierta fe marxista, no desacreditan la agudeza de muchos de los análisis de Marx.
Las revisiones de Anselm Jappé vienen a dar mayor importancia a los aspectos poco desarrollados del maduro Marx. Como aporte adicional, puede decirse que hay una crítica al trabajo, la creación de valor, poderosamente «novedosa». Lejos aquel lema de que «la patria del trabajador es el trabajo».
Doscientos años es toda una madurez para una alternativa. Las predicciones del propio Marx se han desvanecido. Llegadas las etapas históricas, el capitalismo sigue ahí, tan zaherido como lo pareciera a Marx hace 150 años.
La paradoja es que el capitalismo coletea sobre si mismo, mientras que por el otro lado Marx parece hacerlo también. ¿Para otros 200 años?