Los que tuvieron siempre voz pero fueron ignorados, incluso por los suyos que hoy gobiernan, hacen el ruido con el que ruge gran parte del Brasil. Sin comprender, los burócratas del Estado trataron de cuantificar: manifestaciones en 80 ciudades del país; 300.000 personas en Río de Janeiro; más de 110.000 en San Pablo; decenas de miles en la capital, Brasilia. Después siguieron cuantificando qué reformas añadir a las reformas reformadas para frenar el caos: corrupción del gobierno; desigualdad social; servicios públicos abusivos; brutalidad policial; gasto oneroso del gobierno para el Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. Tras recibir su informe cuantificado, la jefa de todos los burócratas del país, Dilma Rousseff, decidió postergar su viaje a Japón. Con el informe en sus manos, se presentó al país sorprendida por la realidad
«El mensaje que llega directamente desde las calles habla de mejorar el civismo, mejorar las escuelas, los hospitales, mejorar los servicios de salud y del derecho a participar. El mensaje que llega desde las calles es la demanda de un transporte público de calidad a precios justos. El mensaje que llega desde las calles es contra la corrupción y el mal uso del dinero público.»
El país sigue rugiendo; los burócratas del estado continúan cuantificando.»