Alexis Grajales cumplía con su deber. La conciencia tranquila pero la paciencia tensa. Por eso tomaba whiskis antes de los interrogatorios. Por eso llevaba capucha. Solo así podía combatir el estrés pre traumático. Capitán Alexis Grajales. Cuántos pasaron por sus manos. A cuántos quebró: imposible saber la cifra. Uruguay, la patria, la civilización, necesitaba zafarse de los disidentes. Y zafarse hasta el extremo al que solo Alexis Grajales y unos pocos como él eran capaces de llegar. Con unos cuantos whiskis. Con la capucha siempre puesta. En su vida hoy ya no resuenan los gritos de los cuartos de interrogatorio y tortura del 6º de caballería del Ejército en aquel 1972. Alexis disfrutaba hasta ayer no ya del anonimato deseado llegada la democracia en el Uruguay. Alexis tenía hasta hace muy poco su cuenta en Twitter. Allí discernía, incluso filosofaba. Hasta que se cruzó uno de los tantos torturados en aquel 1972. Juan Ángel Urruzola no podía dar crédito. Así que le preguntó. «¿Tú sos el Alexis Grajales del 6to de Caballería que por el año 72/73 ya torturaba salvajemente a los detenidos políticos y para eso se tomaba unos cuantos wiskies, tanto es así que tus victimas recuerdan el tufo a alcohol que se sentía desde abajo de la capucha ¿sos vos?». Fue así como Alexis Grajales, capitán, pasó a ser un desaparecido por iniciativa propia. Pasó a la reserva de un olvido aún presente en el Uruguay
La tortura es un paisito. El exterminio es un continente. Parece una noticia: un torturado en 1972 encuentra en twitter a su torturador 45 años después. Pero no es una noticia. El torturado es uno de los que quedó vivo. Juan Ángel Urruzola es ese vivo. En realidad era un vivo desaparecido. El capitán Grajales era en cambio, con su ampulosa presencia en las redes sociales un desaparecido muy vivo.
«Tengo grabada en mi retina (soy fotógrafo) tu imagen desaforado, con tu uniforme verde todo mojado de las salpicaduras del submarino, venías y te llevabas compañer@s de la glorieta del 6to donde estaban todos de plantón, yo estaba tirado en un camastro”.
Todo comenzó a repetirse un 9 de septiembre de 1971. El presidente del Uruguay Jorge Pacheco Areco hace una oscura encomienda a las Fuerzas Armadas dándolas plenos poderes para acabar con la guerrilla del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros. Cuando el primero de marzo de 1972 es elegido presidiente Juan María Bordaberry, el país vive un estado de sitio encubierto. Bordaberry tendrá que ceder ante los militares en febrero de 1973. Las detenciones y torturas eran constantes. A partir de aquel febrero las desapariciones serían el himno silencioso que cantará Uruguay durante generaciones.
El 21 de junio de 1972 es la fecha para Juan Angel. Es invierno en Uruguay. Será siempre invierno.
Meses de capucha, torturas, plantones, electricidad, simulacros de fusilamiento, submarino (forma eufemística de nombrar la forma en que se mete de cabeza a un detenido encapuchado en un bidón de doscientos litros de agua con vómitos, orina, y el etcétera imaginable). En realidad el submarino lo hacían tanto en piletones para los caballos o en estanques, o en lo que fuera, y si cortaban el agua al cuartel, también una bolsa de nylon bastaba, sólo que en ese caso le llamaban ˝submarino seco˝.
Así comienza Juan Angel su relato. El coronel Walter Forischi lleva a cabo su detención. Juan Angel tiene 19 años. Al de un mes de torturas, sus captores acceden a incluirle en la lista oficial de detenidos. Ha estado desaparecido durante un mes de su vida. Y va a pasar un año de centro clandestino en centro. Envían a su familia su ropa ensangrentada, para que envíe limpia. Su padre, asustado, se pone en contacto con el parlamentario Zelmar Michelini.
Zelmar denunció las torturas que yo sufría en el parlamento. Esa misma noche o a la siguiente, los valientes torturadores del 6º de Caballería, en una de sus sesiones me gritaron :˝¿Asi que sos amigo de Zelmar?… ese anda hablando de que nosotros te torturamos˝ y dale golpe o patada o lo que fuese. ˝A tu amigo, decile que es boleta, tarde o temprano se la vamos a dar˝….
Juan Angel recuerda a los mandos que estaban al frente del sexto de Caballería. El capitan Alexis Grajales, el teniente Orlando, Rodriguez, Arocena, el teniente Flores, el cabo Ruiz, de Vázquez. Vázquez regresaría al 6º de caballería, pero preso. El 6º de caballería es hoy la cárcel para militares. Juan Angel recuerda los paseos nocturnos del Teniente coronel Goldaracena, jefe de la unidad.
Paseaba por las noches con sus perros por las barracas donde nosotros estábamos tirados, encapuchados, mojados, sucios, y él, calmo como propietario de una gran estancia recorriendo sus dominios, pasaba con sus botas brillantes, lo único que yo lograba ver bajo el borde de la capucha….
Interrogatios de rutina, interrogatorios de comprobación. Cada vez que algo sucedía a un militar en el país, procedían a torturar de nuevo a todos los presos. Si no tenían nada que ver con lo sucedido, si no conocía a nadie, la picana, los ahogos, las pistolas en la sién, servían por lo menos ˝pa que aprendan˝. Las violaciones en los barracones se suceden. Y los primeros «traslados». La desnutrición es habitual.
Me hicieron firmar la libertad para luego llevarme a los bañados de Carrasco y ˝ejecutarme˝… me pusieron una pistola sobre la cabeza y dispararon. Después de eso el teniente Flores me dijo que él no me iba a interrogar más, que se había convencido de que yo sabía nada, pero al regresar al 6º el alférez Tobi Alvarez me dió una paliza, estando yo atado y encapuchado, para sacarse la bronca…dijo.
Hay una larga encíclica del comportamiento de los torturadores. incluso a los militares de rango más bajo les es difícil sustraerse al poderoso atractivo de la brutalidad y la muerte.
En el 6º varios alférez torturaron, como el alférez ˝Tobi˝ Alvarez, sobrino del Goyo, otro de los que se ensañaban – hace un par de años apareció en un informativo con cara de « yo no fuí », diciendo que no tenía nada que ver con nada….- pero había muchos… Hubo hasta un oficial de reserva que trabajaba en lo civil durante la semana y el fin de semana calzaba las botas y la camperita verde y se venía al 6º a torturar. No me lo contaron…lo contaba él.
A Juan Angel lo trasladan. Sigue siendo un detenido sin acusación, preso sin condena. En el Noveno de caballería, donde le «ingresan» estaban los miembros del PCR totalmente destruidos por las salvajes torturas sufridas en la Base Santa Bernardina, en el interior del país.
Otro traslado. Calle Maldonado. Sede de Inteligencia. Después de una sesión de despedida.
Salí directo del calabozo a un avión que me llevó a España.
Era 1973. Aún el mismo invierno con el que empezó su periplo en las mugrientas cárceles. Un año después Juan Angel relató en el Tribunal Russell II las ˝practicas profesionales˝ de los militares uruguayos. En 2011 relató sus torturas en la revista Búsqueda cuando vió publicada una carta escrita por uno de sus torturadores. El coronel Forischi escribía: El festejo del Bicentenario,debió ser diferente, debió ser una oportunidad de exaltación patriotica pura y exclusivamente del Ejército Nacional, donde los medios de prensa priorizaran con orgullo la efemérides, estimulando en la población el verdadero sentimiento que debe aflorar en los buenos Orientales : el respeto y la ponderación del Ejército Nacional en su Bicentenario˝
Si no fuera para llorar, daría para reírse, termina su carta Juan Angel. El llanto y la rabia de Juan Angel Urruzola salieron a partes iguales cuando se topó en Twitter con la foto del capitán del sexto de caballería Alexis Grajales.La noticia de la desaparición en Twitter de Grajales ha puesto un final testimonial a la impunidad. Ahora el desaparecido es él. Aunque no los otros.