La historia de una tarta tiene asombrada a buena parte de la Europa bien pensante. La tarta es común, de merenge. Su caso ha llegado a la mismísima Audiencia Nacional española, donde el juez Grande Marlaska ha de dirimir. La tarta no está acusada, aunque puede quedar condenada por colaboración necesaria. Acabó, hace un año en Tolouse, en la testa de la famosa presidenta de Navarra, Yolanda Barcina, famosa por librarse del desfalco de la Caja de Ahorros de Navarra. Los acusados son activistas del colectivo ambientalista Mugitu! contra el Tren de Alta Velocidad, a los que el fiscal acusa de empotrar la sospechosa tarta en la siempre augusta cara de la presidenta. Pide 9 años de cárcel. El liberal londinenese The Guardian lo ha tenido facil para ver en este juicio un retrato casi goyesco de la justicia en España, y en consecuencia de la mismísima imagen de España. La Audiencia recupera, quién sabe si a conciencia, el género vallenclanesco. Si The Guardian lo ha comprado, por qué no salir de la crisis exportando más sainetes? Mariano Rajoy, a quien llaman presidente incluso en su casa, ha apoyado a Yolanda. Y su ministro de economía quizá haya tomado nota: hacer marca de la desmarca de España.

Barcina asegura que sintió daño al recibir el tartazo. No se aprecia, pero las imágenes demuestran que se relamió varias veces. .
The Guardian se fija en cómo una justicia puede volcarse en la responsabilidad de un tartazo que tuvo lugar en Francia, en donde no pasa a lo máximo de sanción administrativa, y al mismo tiempo declarar sin responsabilidad penal el mayor desastre ecológico de la historia del país, el hundimiento del navío Prestige.
El Tren de Alta Velocidad es un proyecto pantagruélico y glucoso para la industria del hormigón. Sólo el mantenimiento del kilómetro de vía al año – en torno a los 200.000 euros – hace impensable una línea que es deficitaria se mire como se mire. Los empecinamientos en tal proyecto quizá haya que buscarlos en razones muy distintas de las esgrimidas. El tartazo de Barcina puede ser un tortazo económico que la crisis va parando.
Puede ser la primera vez desde la Reconquista que una tarta acabe condenada. De los acusados: ni la señora Barcina los ha identificado como autores del regalo, ni la policía autónoma de Navarra – no la gendarmería francesa – ha podido acreditar que siquiera estuvieran presentes en el salón de Tolouse en el momento del glucoso momento.
Leido en Internet :
España no se está hundiendo por los mercados, ni por Alemania, ni por Europa, ni por Catalunya, ni por Euskadi, no, España se está hundiendo a manos de la propia España, ni los mas “patriotas” españoles (excepto algún caso), quieren terminar con la corrupción en su país de la que ellos son parte activa.
Por supuesto para ellos ser español consiste en ganar un mundial de fútbol o mantener los toros, en que Gibraltar vuelva a ser español, en que Ceuta y Melilla sigan siendo parte de España, en que Catalunya no se independice, en que en Catalunya no se hable catalán (mejor diremos Cataluña), en que en Catalunya se termine con la autonomía, etc..
Pero cuando hay que meter mano a la corrupción (sobre todo la de la monarquía, el PP y el PSOE), entonces de eso nada de nada, por que a los patriotas españoles, nunca les ha importado demasiado España, lo que mas les ha importado siempre es su propio bolsillo, conservar sus cuotas de poder para seguir forrándose con ellas, ven en España en el fondo no un proyecto común, sino una idea con la que se pueden forrar, dinero que de otra forma no tendrían y de igual forma que ocurre en Argentina o Italia, les da igual si para forrarse hay que hundir al país, por eso España está condenada, por la actitud de los propios españoles y además es que nada indica que piensen cambiar.