«Aún queda mucho que aprender de las gentes, únicas maestras de verdad que, con una visión clara de la realidad, hacen que la revolución sea parte inseparable del pan, el agua, las manos trabajadoras y los latidos del corazón»
El corazón de la prosa del palestino Gasán Kanafani late como el pálpito de su tierra. Uno de sus personajes llega de un corto exilio al pueblo derrotado, con un tallo de olivo, el olivo que «solo necesita la humedad que chupa desde muy dentro de la tierra». La magnífica Trilogía palestina publicada por Hoja de Lata parece poner en nuestras manos tres puñados de esa profunda y húmeda tierra palestina regada con un llanto que no cesa. Publicar a Kanafani es un acierto porque rompe el muro del desconocimiento de este gran literato palestino asesinado por las fuerzas israelíes en 1972; nos acerca a conocer la literatura árabe de la que esta Trilogía es un resplandeciente baluarte. El realismo de Kanafani, que puede recordar a Ignacio Aldecoa y a Juan Rulfo; al primero por su detallismo realista, al segundo por la maestría en la que el tiempo se quiebra entre los personajes que son todos uno al mismo tiempo.
Un día Salem me detuvo – una semana después de que entraran en Gaza – y agarrándome del brazo me preguntó: «¿No has tenido nunca ganas de tirar aunque sea una bala en esta batalla? ¿vas a dejarte aniquilar sin disparar un tiro?»
La dignidad se sobrecoje cuando la derrota abarca cualquier horizonte. Las tres novelitas que integran Una trilogía palestina son un retablo, del que destaque quizá Lo que os queda, escrita en 1966, cuyos extractos aquí reproducimos.
Detrás del campo se alzaba el gran paredón. Fue allí donde nos llevaron a todos. En el pasadizo angosto que lleva al edificio en ruinas hubo apretujones. Nos imprecaban en hebreo salpicado de palabras en un árabe entrecortado. «Salem! sabemos que está entre vosotros». Los guijarros volvieron a crujir. Fué en aquel momento cuando Zacarías salió de la fila y postrado de rodillas con los puños cerrados sobre el pecho se puso a gritar: «Os diré quién es Salem!». pero antes de que lo hiciera, Salem salió de la fila espontáneamente. Se detuvo delante de nosotros y nos dirigió una mirada cargada de gratitud.
La humillación
Entonces las miradas de todos confluyeron en Zacarías, que permanecía de pie con las manos cruzadas y la vista clavada en el suelo. Bajo una lluvia torrencial esperábamos la detonación. Zacarías se estremeció como si le hubieran dado a él en el vientre y se retorció ligeramente, pareciendo que fuera a desplomarse. Después oimos un segundo disparo. Teníamos la mirada fija en él como si nos hubiéramos puesto de acuerdo. La tierra crujió. Poco después regresó el oficial con la sonrisa en los labios y aire de satisfacción. Nos gritó:»Podeis volver a casa. Lo que acabais de ver os bastará». Bajamos de nuevo al campo llevando cada uno a cuestas su propia humillación.
Kanafani retrata casi con precisión de cirujano cómo la humillación hace mella en un pueblo con un altísimo sentido del honor. Acercarse al pueblo palestino a través de su desconocida literatura es todo un descubrimiento. La obra de Gasán Kanafani es de una altura sin igual. Sin duda, Lo que os queda, es una de las grandes obras de la literatura del siglo XX, y su publicación es restituir un agravio.
La televisión y los medios de comunicación han roturado la imagen del campo y los pueblos palestinos hasta hacerlos parecer en nuestras mentes como páramos desérticos. La prosa de Kanafani nos descubre un paisaje fértil y vivo. Frente a noticias que aún a pesar de la creciente «simpatía» hacia el «bando» palestino, las obras de Kanafani son el testimonio vivo y actual de su pueblo. La técnica sumamente depurada con la que Kanafani rompe el tiempo es en realidad el retrato fotográfica del alma afligida de este pueblo desde 1948 hasta las masacres diarias de nuetros días.