Jon Etxebarria Ijurra comparte un sueño con los habitantes del navarro valle de La Sakana: vivir y trabajar en el lugar donde nació. La crisis ha dejado a la comarca con el índice de paro más alto de toda Navarra. Junto con otros jóvenes, estudiantes como él, profesores, desempleados, ganaderos, Jon formó parte de un grupo en red cuyo fin era impulsar Sakana. Era necesario dejar a un lado tanto teorías como retóricas y pasar a la práctica. Sakana era posible. Era preciso tomar conciencia de que no cabía esperar que desde ningún poder político o económico administrativo iba a llegar el empleo o “los puestos de trabajo”. Tenían claro que eran precisos otros valores culturales y económicos para recuperar la sostenibilidad económica de su comarca. Miraron “otras experiencias llevadas a cabo en Euskalherria”: economía para y desde personas, apoyo mutuo cooperativo. Una introspección y un camino alejados de las recetas obsoletas que aún aplican expertos y mandatarios. Se marcaron un objetivo ambicioso: crear 500 puestos de trabajo en 10 años. Este 2012 han conseguido impulsar 10. En nuestra conversación, Jon da la vuelta a la idea establecida de que estemos ante una crisis de falta de dinero: “aún con 100 millones de euros no podríamos llevar a cabo la red Sakana – sakantzen -; este es un proyecto de personas”.
Durango, Bizkaia, un desapacible sábado, 26 de enero. La prensa local anuncia que una galerna huracanada se acerca en pocas horas a la costa vizcaína. Difícil encontrar una metáfora tan certera para describir el momento “económico” que pasan tantos pueblos. Este sábado se clausura una feria que no es como las demás. Berdeago (Más verde) agrupa en teoría a cuarenta empresas que en las más diversas disciplinas – automoción, construcción, transporte rodado, energías limpias– están desarrollando inversión para aportar eficiencia ecológica mediante el ahorro energético. En sus stands hay propuestas que hace décadas aparecían en los fanzines y revistas vanguardistas del ecologismo. Pero en esta feria hay algo más: un mundo que a pasos pequeños sale de otro. La obsolescencia programada de un modelo de producción y consumo desaforado, en crisis agónica, frente a otro modo de pensar, de adaptar la economía, el suministro de energía, el modo de encender nuestros hogares y nuestras mentes a una dimensión racional y humana. En el grupo de cerca de quince jóvenes que ha organizado esta feria, está Jon Etxebarria Ijurra. Ninguno supera los 23 años.
Algo significa que estos jóvenes se hayan puesto en marcha. Aún están estudiando, pero su objetivo no se centra en la conformidad de acabar la carrera e incorporarse al “mercado laboral”. Son conscientes de que la iniciativa se practica llevándola a la práctica. Este valor comienza a introducirse en las universidades: la de Mondragón, donde estudia el grupo matriz de siete personas que ha impulsado la feria Berdeago, ha incorporado un master en liderazgo emprendedor e innovador cuya filosofía, captando experiencias de las universidades del norte de Europa, es buscar la práctica empresarial sobre otros valores que los de la concentración económica. Ahí reside parte de la iniciativa para revitalizar la comarca del valle de sakana.
La red de Sakana impulsada es la antagonista de la concentración industrial que hemos vivido hasta ahora. Se abandona el modelo de tres productores produciendo 1.000 y se impulsa uno de trescientos produciendo 10. La idea es crear una red de cooperación entre los productores, consiguiendo una calidad superior y el que todos ellos lleguen a conseguir a cubrir sus necesidades. Para solventar la crisis que vive el valle con sus cerca de 20.000 personas, sabían que contaban con enormes cualidades: un saber hacer histórico, una tradición cooperativista de décadas, y la toma de conciencia de que era necesario ponerse a crear su presente sin pedir que instituciones y terceros les concedieran un futuro.
En la retahíla retórica de políticos, diputados y alcaldes destacan con profusión frases al uso: “poner a la gente a trabajar”, “salir de la crisis”, “planes de empleo”. ¿Hasta qué punto ese cáliz descascarillado no contiene un vino marchito e insuficiente? ¿por qué en vez de cantidad no se pone el acento en la necesidad de la calidad del trabajo? O quizá habría que ir a la raíz de la cuestión misma del trabajo y preguntarnos, como hace Theodore Roszak hace 30 años: “¿cuándo dejaremos de tratar a la gente como estadísticas y empezaremos a tratarlas como personas?” (1). Gobiernos estatales, regionales, locales de todo signo y merchandasing, cámaras de comercio, sindicatos y patronal – juntos o por separado – , han puesto planes de empleo, reformas laborales en ristre con los desérticos horizontes que se vislumbran ahora. El convulso ritmo de revisiones resume su insuficiencia. “Porque no colocan a la persona total y única en el centro de la vida económica”, explica Roszak(2). Los impulsores de la red Sakana parecen tener claro esta máxima.
Fruto de la puesta en común en 8 pueblos de toda la mancomunidad, está en marcha un plan de turismo también mancomunado: “cooperando se consigue más”. Aprovechando la cultura cooperativa del valle, se han creado dos empresas: un centro deportivo en Zuatzu que evitará los traslados a personas de mediana edad, y una empresa multimedia; en febrero, nacerá un consulting gestionado por cinco personas. Las personas sin empleo han creado su propia red. Una asociación de ganaderos reúne a los antiguos y nuevos jóvenes que pretenden iniciar un nuevo modo de vida. Devolver la vida al campo y los pueblos sacrificados por la industrialización supone invertir el modo de concebir el progreso. Jon Etxebarria lo dice de otro modo: “tenemos que crear conocimiento que se quede en Sakana”.
La red Sakantzen es el bostezo de Sakana ante al crisis. Otras comarcas han puesto su atención en el incipiente experimento. “sabemos que el modelo de Sakana no es aplicable al 100% al resto de comarcas”. Precisamente porque como debe primar la escala humana, las personas de cada pueblo, comarca deben definir su alternativa.
Hay una era, la de la concentración económica y financiera, que parece exhalar su final. Y un mundo apretujado en la epidermis del antiguo se abre paso a través de las heridas de aquél. Desde la distancia, Jon observa el 15M como el manifiesto “de lo que quiere la gente”. En el valle de Sakana corre el aire de lo que hace su gente. Le pregunto por una palabra: capitalismo. “Eso se ha acabado”.
(1) Theodore Roszak, Planeta Persona. Kairós 1984.
(2) Idem